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Continuamos con las entrevistas sobre el #manifiesto y todos los temas relacionados con dicho documento y movimiento. Los primeros en salir al ruedo fueron Mario Tascón y José Cervera, después le tocó a Víctor R. Ruiz quien amablemente nos dio su completa visión sobre estos asuntos y hoy les llega el turno a Ricardo Galli, Javier de la Cueva y Benyi Arregocés.

Pero antes de meternos en las entrevistas toca pasar el trámite imprescindible de las presentaciones. Ricardo Galli es Doctor en Informática así como profesor de la UIB, aunque seguramente todos le conoceréis por ser el socio-fundador y programador, junto con Benjamí Villoslada, del sitio de promoción de noticias Menéame. Sigo con Javier de la Cueva, abogado especializado en Propiedad Intelectual, Nuevas Tecnologías e impulsor de diversas iniciativas englobadas en el ámbito del Copyleft que también mantiene la bitácora Derecho de Internet. Finalmente, Benyi Arregocés es periodista freelance especializado en tecnología e internet que ha publicado en diversos medios como Consumer Eroski o Público. Actualmente trabaja también en el desarrollo de una tesis sobre el impacto que han tenidos los programas P2P en la industria discográfica.

Y ahora sí, tras este breve repaso a los invitados de esta ocasión, paso “a lo bueno”, las preguntas y respuestas (más interesante esto último que lo primero claro).

¿Cual es tu opinión sobre el manifiesto “En defensa de las libertades fundamentales de internet” y toda la campaña que hemos visto estos días en la red contra la disposición primera del Anteproyecto de la Ley de Economía Sostenible?

Ricardo Galli: Que fue un momento muy bonito e interesante de observar, Internet está alcanzando su masa crítica para que los grandes consensos que surgen entre la diversidad casi infinita --¿quién lo diría?-- sean tenidas en cuenta por los poderes políticos. La palabra clave está: hay mucha diversidad, ruido y cacofonías, pero se obtienen grandes consensos. Esto es fascinante para algunos, acojonantes para otros.
Javier de la Cueva: Me parece muy bien como explosión de una opinión, si bien los manifiestos con el tiempo se los lleva el viento si no se transforman en acciones concretas. Se ha conseguido la ocupación mediática, que es el objetivo de todo manifiesto, con una peculiaridad: hay manifiestos webcentricos donde todos firman en una web mientras que en este caso, cada persona ha publicado el manifiesto en su propia página. Esto debería dar motivos al poder político para reflexionar, pero me temo que éste no se ha enterado de nada, puesto que sigue pensando en convocar a los representantes de Internet, como si se pudiera convocar a los representantes de los jugadores de yoyó o, usando palabras de Antonio Lafuente, a los representantes de los usuarios de la Terminal T4 del aeropuerto de Madrid Barajas. El manifiesto y la campaña me parecen una bella experiencia antropológica.
Benyi Arregocés: El Manifiesto es un texto que nace por las implicaciones de la Disposición Final Primera en el Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible. Lo suscribo completamente y aún hoy no entiendo la razón de que esa disposición se encuentre en una ley sobre economía. No tiene nada que ver la economía con los derechos de autor. Creo que es importante recordar que todo este movimiento se produce porque la Disposición abre la puerta a la censura por causas de propiedad intelectual y prescinde de los jueces. Una comisión se dedicaría a recibir denuncias (de la SGAE, por ejemplo) y a cerrar sitios web en caso de que consideraran que se han vulnerado los derechos de autor. El apoyo popular al Manifiesto está siendo muy interesante porque es espontáneo, en red y sin líderes. Todos hemos tenido acceso a ese anteproyecto y, a partir de ahí, cada uno ha actuado a su manera para tratar de parar esta tropelía: unos han elaborado el manifiesto en colaboración, otro creó un grupo en Facebook, se ha impulsado un wiki para el manifiesto, otros convocaron manifestaciones en las principales ciudades españolas, etc.

¿Por donde tendrían que ir encaminados los siguientes pasos de los ciudadanos en cuanto a propiedad intelectual, descargar en internet y neutralidad de la misma?

RG: Intentar abrir todo el proceso de redacción de "consensos". El wave estuvo muy bien para uno de esos consensos, el #manifiesto. Pero no volvería a tener el mismo éxito hacerlo otra vez de la misma forma, porque al no ser públicos sus redactores levantaría muchas suspicacias (además que técnicamente no se puede, el wave se cuelga con poco más de una decena). Sé que están trabajando en un wiki, no sé que repercusión tendrá, quizás estén siempre los mismos pero al menos todo el mundo podría ver y tendría las mismas posibilidades de participar.
¿Qué y cómo deberían hacer otras cosas? No lo sé, creo que no hay que intentar definirlas. En Internet todo es mucho más "orgánico", en el sentido que en general no hay un diseño global u objetivo predefinido, sino coordinación distribuida por "reglas locales".
JC: Hay un fenómeno muy interesante en las preguntas que se hacen, y es que se comienza a usar la palabra ciudadanos en lugar de internautas. Y esa terminología hay que mantenerla puesto que no se trata de internautas contra gobierno, sino de ciudadanos enfadados contra su gobierno. Contestando en concreto a la pregunta, por mi parte sé lo que yo voy a hacer, pero desconozco lo que los demás ciudadanos harán. Esto es otra característica de Internet, cada uno hará lo que mejor considere y veremos cuáles son las acciones que prosperan y que unen más partidarios. Pero si a alguien le interesa mi opinión particular, mi preferencia es la de exigirle al Gobierno datos sobre los dineros de la propiedad intelectual, porque no parece muy legítimo que subvencionemos obras a través de nuestros impuestos y luego no podemos descargar algo que hemos pagado nosotros, así como datos para ocuparnos de cómo lo están pasando los autores/trabajadores del sector de más de 65 años, que son los más desprotegidos en todo cambio de modelo productivo.
BA: Es un tema complejo. En España hoy en día no es delito compartir música a través de las redes P2P. Lo que las industrias culturales denominan "piratería" no es más que la traslación a las posibilidades de Internet de algo que se ha hecho toda la vida: prestar discos y vídeos a amigos y familiares. De hecho, en España ya pagamos por ello un canon privado, recaudado por la SGAE, que grava la compra de todos los soportes de grabación posibles, incluidos los discos duros informáticos, los reproductores de MP3 o los CD. Si ya pagamos, ¿por qué quieren intervenir en Internet? Las industrias culturales tienen que darse cuenta de que la realidad de sus consumidores ha cambiado y amoldarse a ella cuanto antes. Respecto a la neutralidad, creo que hay que evitar que los ISP, los gobiernos o cualquier actor interesado, como el lobby de las industrias culturales en este caso, cambie Internet para controlarla. La Red debe seguir libre y descentralizada.

Las entidades de gestión se proclaman siempre como los grandes defensores de la cultura, pero ¿qué aportan al panorama cultural español? ¿Son perjudiciales o beneficiosas?

RG: La cultura la defiende y crean todos los ciudadanos, algunos más otros menos. Pero si dejas a la mayoría de ellos sin posibilidad estás matando la cultura, por definición. Así que en todo caso, y siendo optimistas las entidades de gestión sólo defienden el modelo de negocio de unas pocas empresas y los ingresos de una ínfima minoría de los "creadores de cultura" (que se autodenoniman "los creadores"). Afortunadamente cada vez menos personas se creen su discurso que "defienden la cultura".
JC: En abstracto, es un modelo que no es perjuidicial ni beneficioso puesto que es un mero modelo de gestión. En concreto, sin embargo, el funcionamiento del sistema deja mucho que desear en pro de la cultura. Por ejemplo, los museos imprimen tanto las banderolas urbanas como sus entradas sin una fotografía del autor de la exposición para así no tener que pagar a VEGAP. Esto, indudablemente, va contra la difusión cultural. O las obras huérfanas, que bloquean su utilización puesto que no se sabe a quién pedir permiso para su uso. Por último, es necesario separar la Cultura del entretenimiento: el modelo favorece más el entretenimiento que la Cultura y ese propio entretenimiento es fuente de sequía cultural. El actual modelo se podría resumir en un: "Siga sin pensar".
BA: Las entidades de gestión son grandes defensores de los autores que se asocian a ellas, no cabe duda. Por ejemplo, la SGAE mueve al año más de 240 millones de euros que destinan a los autores. Cobran a cualquier empresa que utilice música, aunque sea como sonido ambiente, y a los particulares en actos como las bodas, además de lo recaudado por el canon a los soportes de grabación. Ahora bien, no se sabe cómo reparten todo ese dinero. Creo que las sociedades de gestión de los derechos de autor son imprescindibles pero yo las haría públicas y tranparentes para maximizar el beneficio de los autores.

Para terminar me gustaría que nos mostraras tus dotes adivinatorias ¿cómo ves el panorama de aquí a diez años respecto a la industria e Internet en España?

RG: Tecnológicamente es impensable adivinar, lo único que me atrevería a decir es que el email no morirá :-) Políticamente seguiremos peleando por leyes derivadas de la LSSI, esto es seguro, ganar libertades exige mucho esfuerzo, pero mantenerlas requiere de un trabajo diario.
JC: Pobre, a no ser que haya un revulsivo muy fuerte, porque el gran problema nacional es la incompetencia de los sucesivos gobiernos de cualquier color. Ya ambos nos embarcaron en la economía del ladrillo y ahora pretenden seguir embarcándonos en la defensa de una industria obsoleta. En nuestro país, todo es problemático para una empresa que quiera innovar. Aquí nunca podrá surgir una empresa como Google y la que se creara sería a pesar de las administraciones públicas, no gracias a las mismas. Y esto es profundamente triste.

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blockquote>BA: Es difícil adivinar algo a la velocidad que se suceden los cambios en Internet. Pero me gustaría que las industrias culturales se adaptasen a Internet de una vez. Que se dieran cuenta de que deben repercutir los enormes ahorros en distribución en precios más bajos. Modelos financiados con publicidad como Hulu en Estados Unidos, o mixtos como Spotify, que aúna publicidad en versión gratuita y suscripción de pago a un precio asequible para mayor calidad o para escucha móvil, pueden ser el camino.

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