BrainScan

La neurociencia se mete con el cine. Al parecer, la búsqueda por la perfección fílmica (o por lo menos, de un rotundo blockbuster) está llevando a la industria fílmica a meterse con el cerebro humano. Muy al estilo del neuromarketing, la nueva tendencia se inclina hacia observar de qué forma las películas estimulan ciertas áreas cerebrales, de modo que sea posible entender qué elementos nos hacen disfrutar del cine.

MindSign Neuromarketing, una firma de San Diego, está conduciendo estudios para monitorear la actividad mental durante una proyección. Mediante una resonancia magnética funcional (fMRI), es posible observar cómo la sangre irriga ciertas áreas, especialmente la amígdala cerebral, un grupo de nucleos neuronales responsable de las reacciones emocionales.

De este modo, es posible estudiar la manera en que se estimula este punto G neuronal, lo que serviría a los directores de cine para mantener el cerebro del espectador en un constante frenesí. De acuerdo con Phillip Carslen, co-fundador de MindSign, esta técnica podría reemplazar los grupos focales como medio de evaluación de un filme. En lugar de confiar en lo que opina la gente, la resonancia magnética permite observar la reacción directamente en sus mentes.

Con esta herramienta, los cineastas podría eliminar la basura de sus películas, y centrarse únicamente en las escenas que provocan reacciones emocionales. Así, Hollywood tendría la fórmula mágica en sus manos: al saber exactamente qué quiere el espectador, sólo tendrá que repetir el esquema una y otra vez. Muy tentador, y sobre todo, muy rentable. Scott Brown, artículista de Wired, opina que esta tendencia cambiaría la forma de narrar.

«¡Pero ahora las películas serán más fórmula que nunca!», gimotearán los puristas. Por el contrario: [la fórmula] implica narrativa - picos y valles. Lo que MindSign parece estar ofreciendo es un nuevo modelo - no una fórmula, sino un fractal. Olvídense de altibajos, supenso y novedad. ¿Qué tal si cada momento fuera un pico, cada escena fuera un tráiler?

So riesgo de sonar como purista, ir por este camino implica renunciar al arte cinematográfico, reduciéndolo a una mera técnica, una producción para las masas. Atrás quedaría el mérito del director, su sensibilidad para comprender -sin la necesidad de un escaneo cerebral- las complejidad de las emociones humanas. El neuromarketing ha tenido éxito porque su esencia es vender, sin importar el cómo y el cuando. Aplicar los mismos estándares al cine es considerar sólo su valor comercial, despojándole de su parte artística en pos de más y más dólares en taquilla.

Ustedes, qué opinan: ¿apostará Hollywood por el neurocinema?

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