Personalmente a diario almaceno una cantidad de información por Internet que de caer en manos inadecuadas me sunpondría más de un serio problemas. Es el eterno dilema de Internet, el delicado equilibrio que separa privacidad e información. Para ello y para ahorrarnos un buen disgusto lo mejor es elegir una contraseña segura. En la imagen de arriba tenéis una infografía de algunas contraseñas populares y sus respectivos grupos sociales, con su nivel de fortaleza.

La mayor parte de los usuarios, tanto los más novatos como los más avanzados (la contraseña de los servidores de Twitter era 'password', usan contraseñas inseguras. Ya sea por comodidad, es mucho más fácil poner 'qwerty' que una larga e intrincada serie de símbolos, mayúsculas y demás parafernalia o bien sea por ignorancia lo cierto y verdad es que a veces es difícil escoger una buena contraseña que reúna seguridad, fortaleza y no sea demasiado complicada para memorizarla fácilmente.

Con servicios como Password Meter pueden ayudarnos a controlar nuestra contraseña y a saber si realmente es tan segura como pensábabamos y además ofrece una serie de paramétros que puedes comparar para saber qué puedes mejorar o cambiar para hacerla todavía más segura. Ahí van algunos consejos:

  • Aunque pueda resultar obvio, también hay que decirlo, lo mejor son contraseñas que mezclen letras, números y símbolos (por ejemplo:, ?, =)

  • Mezclar mayúsculas y minúsculas.

  • Al menos ha de contener 8 caracteres, entendiéndose esto como lo mínimo indispensable, no como garantía de seguridad. A más caracteres, más seguridad, pero sin pasarse, a ver si vas a acabar pasando más tiempo escribiendo la contraseña que leyendo el correo.

  • No usar sólo letras, o peor aún, sólo mayúsculas o sólo minúsuculas.

  • Procurar no repetir caracteres, tanto letras como números.

  • Tampoco usar secuencias consecutivas lógicas de letras o números. Por ejemplo: abcd, mnop, 678, 2345.

  • Jamás tener una contraseña del tipo: 'password', '123456', 'iloveu', 'qwerty' ni nada por el estilo.

  • Intentar tener una contraseña distinta para cada sitio.

  • Si esto último resulta difícil y/o cansino o engorroso, puedes crear dos perfiles distintos, uno para sitios que no requieren tanta seguridad y que no es probable que sean susceptibles de hackeo y otro para los que sí. Por ejemplo: Gmail, Twitter, banco, PayPal...

El proceso de creación no tiene por qué ser excesivamente complicado, en «10 recomendaciones de seguridad para el trabajo de oficina» se explica en uno de los apartados métodos que pueden ser de utilidad.

Lo ideal también es que la contraseña guarde cierto tipo de relación con el servicio al que pertenece, cuidado porque puede ser un arma de doble filo (si se descubre una se descubren todas) por lo que esa relación ha de ser de todo menos lógica. Puedes cambiar la primera y la última letra si el servicio web acaba por vocal o consonante, por ejemplo, o si su primera letra está en la primera o en la segunda mitad del abecedario.

La idea es que el propio nombre del servicio te ayude a recordar la contraseña y a construirla con una serie de normas no evidentes ni relacionadas entre sí pero que tú conozcas y hayas memorizado. Podéis dejar en los comentarios más ideas o sugerencias para construir una buena contraseña y para elaborar un buen método que permita construir contraseñas según el sitio al que estén asociadas. ¿Seguridad o Paranoia?

Foto: CXO

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