El gobierno cubano ha acusado de "plan subversivo" la iniciativa de Estados Unidos para permitir la exportación de software a la isla. La administración de Obama autorizó este martes a empresas como Google o Microsoft la venta de sus productos en Sudán, Irán y Cuba, con la finalidad de facilitar la comunicación de los ciudadanos de estas naciones con el exterior.

Recordemos que desde hace casi cincuenta años existe un embargo impuesto a las transacciones con el régimen de la isla, por lo que el Departamento del Tesoro ha otorgado exenciones sólo para la exportación de software. Josefina Vidal, de la cancillería cubana, anunció que "el gobierno de Estados Unidos expresó claramente que su objetivo es utilizar esos medios, esos servicios, como herramienta de subversión y desestabilización". Vidal aclara que no hay intención de flexibilizar el embargo, sino que se trata de una "maniobra agresiva".

La reacción de Cuba es lógica. En efecto, es ingenuo no pensar que Estados Unidos abre su frontera a la exportación con la finalidad de provocar inestabilidad. Sin embargo, este tipo de tecnologías no generan la disensión ni el descontento social: ése ya existe. Lo que promueve este software es que sea (más) público, (más) evidente.

El temor al intercambio de ideas es temor a su propia gente, a su capacidad de organización. Internet es una verdadera pesadilla para los régimenes que pretenden controlar el flujo de información hacia la población. Cuba lo sabe, y por eso se lanza a acusar de imperialismo y agresión. Pero créanme, con o sin el acceso a la paquetería, siempre hay voces que logran saltar la barda

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