Un equipo de la Universidad de Cornell se dedicó a estudiar 52 representaciones de la Última Cena, elaboradas a lo largo de los últimos mil años. Uno de sus hallazgos es que los alimentos (platillos, pan, vino) representadas en la escena han crecido progresivamente a lo largo del tiempo, como un reflejo de la forma en que nuestros hábitos alimenticios han cambiado.

Brian Wansink, uno de los investigadores, afirma que "el último milenio ha atestiguado incrementos dramático en la producción, disponibilidad, seguridad, abundancia y rentabilidad de la comida". El equipo escaneó las imágenes y utilizó un programa de computadora para calcular las medidas relativas de los elementos en la pintura. La muestra incluyó trabajo de Leonardo Da Vinci, Rubens, El Greco, entre otros.

Entre 1000 y 1700, la representación de los alimentos principales creció un 69% y el tamaño del plato aúmentó un 66%. Craig Wansink, teólogo y hermano de Brian, descarta que haya razones religiosas para este incremento. "Puede ser que los alimentos realmente crecieron, o la gente comenzó a interesarse más en la comida".

La consecuencia de este cambio a lo largo de tiempo es que modifica la concepción de lo normal. El estudio de Cornell revela esta tendencia. Charlene Shoyene, dietista especialista en obesidad, sostiene que el problema no es el incremento, sino el tipo de comida que ha aumentado de tamaño. "Las porciones de fruta y verdura no han cambiado", señala. Otro ejemplo más de cómo el arte refleja nuestra vida cotidiana.

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