Hace dos días amanecí con la triste noticia de que había muerto Harvey Pekar, uno de los próceres del cómic independiente, famoso por su autobiografía American Splendor, llevada al cine hace unos años con bastante éxito (de crítica, no tanto comercial) de la mano de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, con una inolvidable actuación de Paul Giamatti en el papel principal.

Pekar se inició en el mundo de los comics gracias a su amigo Robert Crumb, el genial dibujante. Ambos compartían también el amor por el jazz y vieron las posibilidades creativas de un género que al momento estaba enfocado sólamente en los menores de edad y no era respetado como forma artística. Juntos comenzaron American Splendor, el cómic que lo hizo estrella, una especie de blog personal. ¿Por qué? Lejos de los super héroes de Marvel y DC, el personaje principal de American Splendor no era otro que Harvey y cada nuevo ejemplar trataba de cuestiones de lo más cotidianas y mundanas. En palabras de Pekar:

Es una autobiografía escrita mientras está ocurriendo. Los temas son seguir vivo, conseguir un trabajo, encontrar una pareja, un lugar en que vivir, comprar ropa. La vida es una lucha contra el desgaste, debes estar activo en todos los frentes, una cosa tras la otra. He tratado de controlar un universo caótico, pero es una batalla perdida. Y sin embargo, no puedo parar. Lo he intentado, pero no pude.

¿Ligeramente pesimista? Quizás, pero Harvey Pekar constantemente gana batallas en las páginas de American Splendor, pequeñas batallas como encontrar los anteojos de su hija adoptiva que se habían perdido en la calle a unas cuadras del colegio o arreglar el solo un retrete descompuesto. Sus giones, ácidos y sutiles, retratan su ánimo gruñón de un modo inigualable. Pekar tuvo una vida de los más ordinaria, trabajando varias décadas como archivista de un hospital de veteranos en su Cleveland natal. Es en esa cotidianeidad de la vida donde Pekar libra todas sus batallas (que dice perder, pero ya dije que no es así). Y lo hace con pesimismo muchas veces, es cierto, pues era una persona bastante depresiva en ocasiones que llegó a titular una de sus obras "Our Cancer year" (algo así como "El año de nuestro cáncer"), tras ser diagnosticado de cáncer linfático en 1990. Pero, como su amigo Crumb dijo de él:

Harvey es un gran contador de historias. Insufla vida a su mundo de trabajadores mundanos, nos ofrece momentos conmovedores, humor, absurdo, ironía… Y por encima de todo, la VERDAD absoluta.

Porque a pesar del ánimo gruñón, tendencia depresiva y de páginas y páginas de obsesiones a veces sin sentido, cada vez que terminas de leer una de sus historias tienes una sonrisa en la cara y la sensación de haber leído algo más. Harvey Pekar, quien falleció a los 70 años de edad, vivió unos años de fama en los 80' que lo llevaron a ser varias veces invitado en Late Night con David Letterman. La fama televisiva duró poco a Pekar, quien en sus últimas dos apariciones en el programa se dedicó a hablar mal de General Electric, el gigante dueño de la NBC, cadena por la que se transmitía el programa. Primero comentó algunos juicios que estaba teniendo GE por ventas de reactores nucleares y asuntos similares; la vez siguiente, criticó personalmente a Letterman por querer silenciarlo constantemente mientras estaba hablando mal de la compañía. El nerviosismo de Letterman era evidente y llegó a decir (tras darse cuenta que no podría detener al historietista) "estoy rezando porque aparezca un terrorista". Otra batalla ganada para un hombre común que cambió la narrativa de los cómics para siempre.

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