La semana pasado hubo un revuelo enorme en toda la red debido a un artículo de Wired que proclamaba, sin ton ni son, la muerte de la web. Aquí le dedicamos, Carlos y quien escribe, dos entradas bien distintas con posturas encontradas sobre el artículo original. Carlos mantenía que la web está más viva que nunca, en tanto yo coincidía con el autor en que está habiendo un cambio en el uso de la misma: ya no se está utilizando tanto el navegador sino que cada vez son más las aplicaciones que utilizamos para acceder a los servicios web, siendo Twitter un claro ejemplo.

Pero una semana después noto que si bien internet móvil es en muchos sentidos el futuro, como tanto se viene diciendo, es más que arriesgado decir que eso significa un cambio tan radical, masivo y profundo. Cada vez más gente tiene acceso a la web y la mayoría no es capaz de adquirir un plan de datos 3G con un smartphone de última generación. Los planes y los equipos irán abaratándose con el tiempo, pero piensen que los datos donde se está viendo un mayor crecimiento de la web móvil es en Europa y Estados Unidos. Falta mucho para que en países como Brasil, Rusia, China e India, los nuevos gigantes, tanto económicamente como en población, puedan acceder de manera masiva y popular a un smartphone.

Mientras tanto, por suerte, el navegador seguirá siendo el punto de encuentro para miles de millones de personas. Pero hay algo que sí está muriendo y es la web 2.0. Una gráfica de Google Trends muestra claramente que el término, que tuvo su pico de popularidad en el 2007, está cayendo enormemente y acercándose a márgenes del año 2005. La famosa web semántica no es mucho más que un término actractivo, así que ¿qué es lo que representa la caída de la web dos punto cero? Porque claro que no es sólamente una disminución en la popularidad del término, sino que supone el fin de la descentralización en pos de una red más controlada por las empresas.

Aquí es cuando empieza a cobrar más sentido lo dicho en el artículo de Wired. No quiere decir que la web haya muerto ni vaya a morir, ese es un dicho ridículo por parte de los autores. Quiere decir que las empresas, habiendo aprendido que la red no les pertenece, quieren recuperar el territorio perdido. Claro que no todo el mundo podrá acceder a un iPhone 4 o el último Android, pero sí la gente que importa. Esto es, que importa a las compañías, usuarios con una alta calidad de vida dispuestas a pagar una y otra vez por x dispositivo. Muchas de estas personas son influencers, así que las empresas matan dos pájaros de un tiro. No sólo venden, sino que utilizan a sus propios clientes para evangelizar y generar un cambio en la percepción que tenemos de la tecnología.

Sino, pregunten a los cientos de millones de personas que todavía utilizan un Pentium 3 y se conectan a internet por el Internet Explorer 6 qué piensan de esto. Y señores, el mayor crecimiento actual se está viendo en las clases medias y bajas de países emergentes, que antes eran incapacees de acceder a un ordenador y de pagar mensualmente un ISP. Se da en Latinoamérica y el sudeste asiático, no en Japón ni en Alemania. Wired generalizó y contribuyó con su artículo al cambio, que muy probablemente tenga fines económicos más que otra cosa. La web no va a morir, sí la 2.0 con sus ideales de descentralización y participación. ¿Cómo muere? Mediante un claro cambio de actitud de parte de Google (que ya no es tan buenito que digamos) y una red cada vez más centralizada. La web 1.0 tenía a Yahoo y AOL como sus grandes símbolos, inmensos portales de acceso a ala información. Ahora son Twitter, Google y Facebook.

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