El problema de un eventual viaje a Marte no es llegar, sino volver. Entonces, ¿por qué no mandar a los astronautas sin boleto de regreso?, se preguntan los físicos Paul Davies y Dirk Schulze-Makuch en un artículo sobre la necesidad de enviar seres humanos al Planeta Rojo. En efecto, el gran inconveniente de mandar una misión tripulada no es tecnológico, sino económico. El gasto mayor se daría al repatriar a los astronautas, amén de la necesidad de años de rehabilitación por la atrofia muscular causada por la baja gravedad.

"Una solución creativa a este dilema podría ser el envío de misiones humanas a Marte sólo de ida", señalan los científicos. De este modo, los costes se abaratarían. La idea es establecer un programa a largo plazo para exploración. Davies apunta que se debe recuperar ese mismo espíritu de exploración que impulsó hace siglos a Colón hacia lo desconocido. De este modo, se enviarían dos naves con dos tripulantes: los cuatro primeros hombres en vivir en Marte.

Previo a la llegada de los astronautas, se enviarían misiones no tripuladas para dejar herramientas, vehículos, provisiones e insumos suficientes para sobrevivir. Así mismo, se mandarían suministros desde la Tierra hasta que la colonia fuera autosustentable. Por esta razón, los científicos descartan que sea una misión suicida. El objetivo es crear un campamento base que, con el paso del tiempo, reciba a más colonos. En efecto, el trasfondo es establecer en Marte un plan B para la Humanidad en caso de alguna amenaza para el planeta -- el impacto de un asteroide, por ejemplo. "La colonización de otros mundos en una necesidad si la especie humana quiere sobrevivir a largo plazo", indica Davies.

De acuerdo con los científicos, la primera tripulación a Marte debe estar consciente que jamás regresará a la Tierra. Por este motivo, se seleccionarían tomando en cuenta cuatro criterio principales:

  • Que los primeros colonos hayan superado su edad reproductiva, y que sus esperanzas de vida estén por debajo de los veinte años.
  • Que se envíen dos naves diferentes con dos astronautas en cada una. De este modo, si una llegara a fallar, la otra puede auxiliar.
  • Que uno de los cuatro colonos sea, forzosamente, un físico experimentado.
  • Que el resto de la tripulación tenga conocimientos vastos en diferentes aspectos científicos y técnicos, así como un compromiso fuerte con la exploración y la investigación.

Una vez en el Planeta Rojo, los colonizadores tendrían tareas muy parecidas a los de épocas antiguas. Deberán enriquecer el terreno hasta hacerlo apto para el cultivo, construir refugios, recolectar materiales, y crear su propia biósfera autosustentable. Una de las ventajas que tendrían estos cosmonautas es que estarían comunicados con la Tierra a través del correo electrónico, radio y videoconferencia -- incluso más conectados que los primeros exploradores en la Antártida. ¿Ustedes se animarían a ser los pioneros en Marte?

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