Tercera entrega de este especial sobre ciencia, tecnología y género. El día de ayer comentábamos sobre cómo el feminismo pasó de una visión dicotómica entre lo masculino y lo femenino, hacia una necesidad de reformular dichas categorías. En esta ocasión, daremos un vistazo a una de las aristas fundamentales dentro del feminismo en los estudios de la ciencia y la tecnología (S&TS): la teoría perspectivista.

Claro está que la idea no es confundirlos con palabras grandilocuentes. Básicamente, nos referimos a que las mujeres tienen una perspectiva privilegiada para entender el mundo. El argumento central de esta teoría es que las mujeres poseen una experiencia distintiva, en el sentido de la discriminación sexual, desde la cual son capaces de ver las relaciones de género tal como son. Es decir, pueden ver aspectos de la discriminación que no son accesibles desde la visión masculina. Esta posición privilegiada se vuelve completamente disponible cuando las mujeres tratan activamente de sobreponerse a esta discriminación, ya que en ese momento los géneros son percibidos como categoría no naturales, e injustas en su construcción social.

Para Nancy Harstock, una de las pioneras de esta teoría, la epistemología perspectivista no es solamente una posición de interés, sino de involucramiento. De este modo, las mujeres están posicionadas en un lugar único para la tarea de reconocer prejuicios y discriminación contra ellas. De una forma más general, las personas cuyas obligaciones sociales son más opresivas, son las que pueden entender de mejor manera estas ataduras.

Ya que la ciencia es una práctica social, la labor de la teoría perspectivista es descubrir estas relaciones. En particular, las feministas han argumentado que, dado que las comunidades científicas carecen de diversidad, también carecen de muchos recursos que les permitan ver aspectos del sexismo y androcentrismo dentro del trabajo. Bajo este argumento, esta teoría sostiene que para incrementar la objetividad de la ciencia, es necesario que las comunidades sean más diversas, representativas y democráticas.

El feminismo perspectivista también sufrió la crítica de que no existe una experiencia femenina única. Al igual que con el feminismo diferencial, los reclamos de las mujeres de color sobre las mujeres blancas generaron un corolario dentro de su teoría. Ya que el sexismo no ocurre dentro de un vacío -- es decir, que no es la única relación de dominación en las prácticas sociales -- se ha extendido al entendimiento de la opresión de género junto con otras relaciones de la misma naturaleza: racismo, homofobia, colonialismo y clasismo.

¿Qué le deben los estudios de la ciencia y la tecnología a la teoría perspectivista? De entrada, le ofrece un análisis hecho desde las entrañas de la práctica científica para entender la dominación, discriminación y obstáculos hacia las mujeres. Si bien no se puede hablar de una perspectiva única femenina, sí rescata la noción de la visión del oprimido de la teoría marxista para fomentar un cambio dentro de las comunidades tecnocientíficas. Incluso abre la puerta a entender cómo las mujeres dominan a otras mujeres bajo otras esquemas (clase, etnia, periferia) en los centros de producción de conocimiento -- no sufre lo mismo una bióloga en Stanford a una en la UNAM. Ya abordaremos estos temas (los estudios poscolonialistas) en la última entrega, pero mañana haremos una breve parada más: los estudios de género dentro los S&TS.

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