Interesantísimo el ensayo publicado por Tim Berners-Lee en Scientific American. ¿Quién? Pues ni más ni menos que el creador de la Web en sí misma. Semejante personalidad ha redactado una contundente crítica a las redes sociales, que en su opinión priorizan el tráfico propio a través de sistemas cerrados, contrarios a la filosofía de puertas abiertas y libertad discursiva intrínseca a su criatura.

Apple, Facebook, Google, ISPs... nadie queda exento al rapapolvo, cuyo fin es evitar una catastrófica fragmentación de la red. Sitios como el de Zuckerberg, LinkedIn o Friendster, dice, amenazan la universalidad de la Web al ofrecer una serie de servicios tan sólo disponibles in-site:

Si nosotros, los usuarios, permitimos que esta moda social prosiga sin reclamación alguna, la Web podría quebrarse en islas fragmentadas. Podríamos perder la libertad de conectar con tantos sitios web como quisiésemos.

Cada red social es un silo amurallado y separado de otros. Si, tu perfil está en la Web, pero tus datos no. Puedes acceder a tu listado de amistades, pero no puedes enviar dicha lista o sus datos a otro lugar. La información se estanca.
Cuanto más se expande este tipo de arquitectura, más se fragmenta la Web y menos disfrutamos de un espacio informativo universal e independiente.

Berners-Lee ofrece también el ejemplo de iTunes, la más clara muestra de como Apple tiende siempre a lo críptico:

Al entrar en iTunes dejas de estar en la Web. Es un mundo centralizado y amurallado. Estás atrapado en una sóla tienda en lugar de sentirte parte de un mercado abierto.

El ingeniero también tiene palabras para la tan en boga neutralidad de la red, que considera clave para el futuro de la Web:

El año pasado resurgió el debate sobre si la neutralidad de la red requiere de cierta legislación gubernamental. Así es. Me parece además absurdo que Google o Verizon decidan en qué dispositivos puedo o no acceder a mis fuentes de información predilectas. ¿Puedo hacerlo desde el ordenador de casa pero no a través de mi teléfono móvil?

No cabe duda: si nos paramos a analizar cómo han cambiado nuestros hábitos de navegación durante los últimos años, seremos conscientes de cómo las redes sociales y muchas otras plataformas han ido imbuyéndonos, limitando la profundidad de surfeo por la Web.

¿Pueden Facebook y derivados hacernos sentir desconectados aún estando online? ¿acaso no lo están haciendo ya?

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