Los usuarios de Twitter tienen más dinero que los de Facebook. Si existe un lugar común dentro de las investigaciones de mercado en Estados Unidos, es éste. La fórmula ya está más que establecida: "[Inserte nombre de cualquier firma de analistas] descubre que los usuarios de [inserte su red social favorita] son más [inserte su cualidad o defecto] que los de [inserte una red social antagónica]". Que si unos tienen más dinero, mejores estudios, leen más, tienen más sexo, compran mejor ropa, beben más cerveza, se bañan más seguido, etcétera. Al final, la dicotomía se mantiene: mi red social contra la tuya.

Eduardo Arcos tiene esta frase que me encanta, en la cual dice que llamar(se) twittero sólo usar Twitter es tan absurdo como decirle cuaderneros a los que utilizan esta plataforma. Entonces, ¿se vale agrupar a las personas sólo por una tecnología que emplean? Claro que sí. Pero ojo, no hay que confundir peras con manzanas. Una cosa es emplear una categoría como un demográfico, y otra muy diferente pensar que existe una especie de subcultura o tribu urbana que se define sólo por mandarse mensajes de 140 caracteres.

Los medios de comunicación suelen caer mucho en esta falacia. "Los twitteros opinan [a favor/en contra] de [inserte noticia del momento]". Parece que no hay mucha diferencia con los estudios de mercado, pero ambos parten de suposiciones diferentes. De entrada, la comparativa demográfica marca un punto de referencia (yo soy más (o menos) que el otro) y su naturaleza es mayormente descriptiva. Del otro lado, las notas asumen que los usuarios de Twitter son un grupo homogéneo que comparte ideologías, valores y ritos; y su tomo es más interpretativo (los twitteros hacen esto porque son twitteros). Mientras que uno busca describir las distinciones, el otro presupone (muchas veces, erróneamente) las similitudes.

Una subcultura twittera no existe. La idea de tribu urbana es mucho más compleja. Por ejemplo, los gamers se agrupan no sólo por la tecnología que emplean (los videojuegos), sino también por un sinnúmero de prácticas, ritos, códigos, iconografía o costumbres. Pero sobre todo, porque existe una jerarquización social -- el hardcore gamer, el newbie -- que organiza, clasifica y segrega. Después de todo, la finalidad de la tribu urbana no sólo es reunir a los similares, sino separarse del resto. La idea es simple: cuando hablo de gamers no me refiero a todos los videojugadores, sino a un sector muy bien definido. Entonces, ¿por qué cuando hablo de twitteros, me refiero a todos? No es la tecnología lo que define, sino el conjunto de prácticas sociales que la rodean.

Mientras tanto, seguiremos leyendo estos estudios genéricos-intercambiables de Twitter contra Facebook (o frente al espárring que quieran). Su objetivo es simple: describir el comportamiento para que las empresas actúen acorde a su mercado meta. Así que cuando lean que los usuarios de Twitter son más ricos que los de Facebook, sólo acuérdense que, muy probablemente, ustedes sean parte de ambos grupos. Y en nombre de todos los cuaderneros del mundo (¡por favor!), cuando se autonombren twitteros, piensen si pertenecer a una red social es suficiente para determinar su identidad colectiva.

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