Está hecho. El mayor satélite construido hasta la fecha por el hombre, el bautizado con el nombre de NROL-32, ya sobrevuela nuestras cabezas. Concretamente fue lanzado al espacio por el Ejército de los Estados Unidos este pasado domingo día 21 desde las instalaciones de la Fuerza Aérea estadounidense de Cabo Cañaveral. “¿Ejército?” Sí, ejército, ya que esto desgraciadamente va completamente de seguridad nacional (con lo que los norteamericanos están obsesionados en mi opinión) y nada de ciencia como nos gustaría a muchos.

Detrás del NROL-32 no está la NASA sino la National Reconnaissance Office (o NRO), una de las dieciséis agencias de inteligencia que operan en los EE.UU --qué, ¿están o no obsesionados?-- y se trata de un satélite de los denominados “espía” el cual al igual que otros va cargado hasta los topes de instrumentos para el espionaje de comunicaciones electrónicas (presumiblemente) de los que otras agencias más potentes, la CIA o el Departamento de Defensa por ejemplo, darán buena cuenta.

En lo que llevamos de año el NROL-32 es el segundo satélite que la NRO pone en órbita (hasta finales de marzo enviarán otros tres más). El primero, conocido por el nombre de NROL-41, fue lanzado el pasado mes de septiembre y se parece bastante al que nos ocupa siendo la principal diferencia entre ambos que NROL-32 tiene un mayor tamaño. Para que os hagáis una idea de sus proporciones en el lanzamiento utilizaron un vehículo lanzador desechable Delta IV Heavy (el que veís en la imagen que acompaña al post), la versión más potente de los cohetes Delta, de 72 metros de altura y casi 300.000 kg de empuje y la rumorología dice que entre la instrumentación que lleva hay una antena de unos 100 metros de diámetro.

Y lamentablemente esto es todo lo que sabemos del flamante NROL-32 ya que el proyecto está clasificado y sus objetivos son estrictamente militares, razón principal por la cual en el titular del post aparece eso de “pero me da pena”.

Por un lado soy completamente consciente de que hoy en día la astronomía ha llegado hasta donde está gracias en gran medida a los ejércitos de varios países (especialmente a los de EE.UU y Rusia), pero por el otro casos como el que nos ocupa me dan más pena que alegría a pesar de que soy un amante de la tecnología y el espacio. Me da pena por no poder conocer, ni yo ni prácticamente nadie, más detalles del NROL-32, por ver como “una bestia” tecnológica de estas características se utilizará para realizar escuchas masivas en vez de ponerla al servicio de la ciencia, y me da pena sobre todo porque estamos ante otra prueba de que el hombre del siglo XXI continúa viviendo en una Guerra Fría constante en la que lo militar sigue teniendo más peso que la ciencia.

Qué le vamos hacer, así están las cosas. Ojalá algún día todo sea ciencia y desterremos de una vez lo que huela a militar. Mientras eso llega y no (si es que llega) solamente nos queda esperar a que la tecnología del NROL-32 salte al campo de las investigaciones civiles, lo que sucederá más tarde o más temprano.

Imagen: Eureka

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