En un mundo justo, estudios como el que nos venimos a referir partiría de iniciativas mediáticas. No es el caso. Los comunicadores siguen empeñados en correlaciones absurdas y cuando una investigación viene a consagrar alguna cualidad inherente al ocio electrónico, no se le otorga la merecida difusión. La excusa en este caso será la intervención de una desarrolladora, Pop Cap Games, que sale harto beneficiada de las conclusiones como especializada en títulos de corte casual que es.

Por casuales, para quien no domine el término, entendemos aquellos juegos caracterizados por su simpleza: mecánicas sencillas y directas enfocadas en muchos casos a rápidas partidas multijugador. No existen grandes tramas o complejos tutoriales que atravesar. Hablamos de juegos descargables en su mayoría, donde entran también los consabidos títulos sociales.

Dice ahora un estudio que el desempeño de tales partidas puede contribuir notoriamente no sólo a positivar nuestro estado de ánimo, sino también a reducir niveles de ansiedad e incluso mitigar depresiones. Si el otro día veíamos como los videojuegos podían erradicar el dolor, no ha de extrañarnos pues que también sean capaces de hacernos felices.

Como videojugador en activo durante años, debo confesar que la conclusión no me sorprende. Estamos en cualquier caso ante el primer estudio clínico que demuestra conexión entre videojuegos y salud mental. No pocas han sido las ocasiones en que, desanimado por circunstancias personales, he terminado enfrascándome en tal o cual aventura para desconectar del pensamiento martirizante: nada mejor que una partida a Assassin's Creed Brotherhood para olvidar la desazón, os lo digo yo.

Me gustaría entonces hacer extensibles los siguientes porcentajes a títulos no sólo casuales, sino al propio concepto de videojuego, que como el cine o la literatura consigue enfrascarnos en otros mundos, otras historias, "otras cosas".

La Universidad de Carolina del Este decidió refutar su hipótesis reclutando a 59 voluntarios divididos en dos grupos: uno de control que pasaría el tiempo navegando por la web sobre depresión del Instituto Nacional de Salud Mental y otro que jugaría a títulos como Bejeweled 2, Peggle y Bookworm.

Transcurrida un mes la dinámica, aquellos que habían estado jugando (todos ellos con dolencias preexitentes) notaron una reducción sintomática de en torno al 57% con respecto al grupo de control, con un 20% menos de estrés y clara positivación del estado anímico.

Los resultados de este estudio demuestran claramente el valor intrínseco de algunos juegos casuales en términos de efectos positivos en el estado de ánimo y los niveles de ansiedad que la gente tiene desde cualquier nivel de depressión.

Son palabras de la Doctora Carmen Russoniello, supervisora del estudio que ha llegado a recomendar la prescripción médica de los títulos en cuestión.

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