¿Te imaginas un teléfono móvil tan delgado como el papel, capaz de ser doblado, manipulado y estrujado sin romperlo? Pues la Universidad de Queens lo ha hecho posible, gracias a una hoja electrónica traslúcida. Lo mejor es que para interactuar con la interfaz, sólo necesitas doblar alguna esquina para ejecutar los comandos como llamar a otra personas, escribir, entre otros. El resultado es asombroso:

El teléfono también utiliza tinta electrónica, muy parecido a lo que se hace con los lectores de e-books. Las pruebas de usabilidad han sido tan satisfactorias que Roel Vertegaal, director del Human Media Lab de la Universidad de Queens, se muestra muy optimista sobre esta tecnología; incluso, afirma que los teléfonos serán así dentro de cinco o diez años.

Por supuesto, del laboratorio a las estanterías hay un largo trecho. Este aparato aún se encuentra en su fase experimental y costaría cientos de millones de dólares en desarrollo llevar este concepto al mercado. Aunque se ven muy interesantes las aplicaciones de este dispositivo, no me imagino en un futuro cercano que la gente sustituya sus teléfonos habituales.

Sin embargo, la concepción de un dispositivo que acepta instrucciones sólo con la posición abre la puerta a opciones muy interesantes. Un teléfono completamente flexible implica un número menor de fracturas en el equipo, así como daños en la pantalla, entre otro sinnúmero de problemáticas que afrontamos diariamente con nuestros aparatos. ¿Estarían dispuestos a comprarse uno de éstos? Yo sí lo pensaría seriamente.

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