Gravísima la trama que destapa Torrentfreak detrás de las demandas por infringir los derechos de autor en los servicios P2P. Al parecer, sólo durante el pasado año se registraron más de 175.000 usuarios demandados por intercambiar archivos con derechos de autor. El problema viene por el método utilizado: una carta de los titulares de derechos solicitando una "indemnización" a cambio de eliminar el juicio. No sólo eso, lo peor, de confirmarse, sería una nueva táctica con honeypots de la propia industria etiquetando intencionadamente mal un archivo con copyright para luego lanzar la demanda a los usuarios que caigan en la trampa.

Esta especie de impuesto no sólo es llevada a cabo por Estados Unidos, sin ir más lejos, Alemania lleva contabilizadas más de 4 millones de demandas desde el 2008 por compartir archivos con copyright. En muchos de los casos se utiliza el mismo método, carta con amenazas de juicio si no se paga el montante, que en el caso del país germano llega a ser de 1.500 euros por usuario.

Este tipo de acciones no las realizan directamente los titulares de derechos, en su gran mayoría productoras, si no grupos externos encargados de presionar con estas demandas especulativas. Un negocio redondo del que no hace falta hacer muchas cuentas para descubrir las rentas y los beneficios dado el número de demandas.

Aún así, lo peor son los documentos con los que se hizo Torrentfreak ayer, una serie de demandas a usuarios que no eran conscientes de haber accedido al contenido por el que son acusados. La trama se ha destapado a través de una primera usuaria acusada de descargar un archivo con derechos de autor. La mujer indicó, tras llegarle la carta, que su intención no era descargar lo que finalmente fue un archivo porno, si no un álbum de un compositor japonés. El archivo se había etiquetado con el nombre del álbum aunque en su interior se encontraba la película porno.

¿Cómo podían saber los demandantes que los archivos estaban mal etiquetados? Evidentemente todo apunta a que se han cambiado de forma intencionada como cebo para los usuarios que pudieran caer en la trampa. Una especie de "honeypot" difícil de demostrar, aunque de las palabras de uno de los abogados de las productoras demandantes se deduce que es así:

Las personas que se descargan un archivo mal etiquetado son conscientes del contenido real, aunque no lo hicieran sin intención

Pensemos que aunque no sea directamente el titular de derechos el que realice la acción, cualquiera podría subir a la red un archivo con sus derechos, esperar a que "alguien" cambie el nombre por otra "producción" más potente, se comience a descargar por cientos de usuarios, para que finalmente el titular original que subió el archivo inicie una serie de demandas colectivas.

De lo dicho anteriormente, podemos pensar que detrás de las P2P existe todo un gran negocio de la industria, sacando rentabilidad sobre el usuario con acciones tales como la extorsión o incluso pudiendo llegar a manipular archivos para hacer caer al ciudadano. Negocio lucrativo que muy probablemente supere a los ingresos de la mayoría de las producciones.

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