Gracias a The Social Network, la mayoría de nosotros nos enteramos del caso de los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss. Para los que no estén al tanto del tema, se trata de un litigio que entablaron estos hermanos contra Mark Zuckerberg en 2004. Durante su tiempo de estudiantes en Harvard, los Winklevoss y Divya Narendra le pidieron al programador que los ayudara a desarrollar una red social universitaria: ConnectU.

Al notar las posibilidades de ConnectU, Zuckerberg se decidió a trabajar en su propio proyecto: Facebook. Debido a los paralelismos entre la idea original de ConnectU y el desarrollo de Zuckerberg, los Winklevoss decidieron demandarlo. El creador de Facebook llegó a un arreglo con los gemelos por 65 millones de dólares; sin embargo, los gemelos no quedaron conformes con la resolución y pidieron más dinero en 2009.

El caso estuvo tres años en los tribunales, hasta que a inicios de abril, un juez decidió que ya había sido demasiado. No obstante, los Winklevoss decidieron remar contra la corriente, argumentando que Zuckerberg los había engañado con el valor real de Facebook. Por fortuna, después de unos meses, los gemelos han decidido dar por terminado el pleito, ante el rechazo de la corte de Estados Unidos.

Qué bueno que al final imperó el sentido común. Como dijo en su momento el juez Alex Kozinski, los Winklevoss no serán ni los primeros ni los últimos en tratar de ganarse unos cuantos millones a costa del trabajo ajeno. Como alguna vez escuché en un charla de Google, las ideas por sí mismas no valen nada, sino las ejecuciones. Ésa es la razón por la que hoy hay casi 700 millones de usuarios de Facebook, y no de ConnectU.

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