Todos los que hemos intentado aprender un idioma nuevo durante nuestra etapa adulta sabemos que es una tarea bastante complicada. "Ojalá me hubieran metido a estas clases cuando era niño", nos repetimos mientras intentamos recordar las palabras de un lenguaje ajeno. Pues la idea de que los niños aprenden más fácil un idioma podría ser un mito, de acuerdo con una investigación de la Universidad de Haifa, en Israel.

La creencia popular está respaldada en que los niños se encuentran en una fase de aprendizaje en la que absorben fácilmente los conocimientos que se les imparten. Eso es cierto: durante la infancia, nuestra habilidad cognitiva nos permite aprender rápidamente. El caso de los idiomas es uno de los ejemplos paradigmáticos, pues si a un niño se le dan clases, es capaz de hablar y comprender ese lenguaje en un tiempo más corto --a veces, en tan sólo semanas-- que el que requiere

De hecho, la investigación de la Universidad de Haifa señala que para un adulto sería más fácil aprender un idioma. La razón está en que, a partir de cierta edad --los 12 ó 13 años--, intentamos comprender las reglas que rigen al lenguaje. En un experimento, se sometió a tres grupos al aprendizaje de una nueva regla: un conjunto era de niños de 8 años, otro de jóvenes de 12 y otro de adultos. Esta norma era completamente ficticia: los verbos de cierto idioma eran pronunciados de una manera cuando se referían a un objeto animado y de otra forma cuando señalaban a un objeto inanimado. Es como si pronunciáramos de forma distinta el verbo "comprar", dependiendo la situación ("Juan compró un helado" contra "Juan cómpro un gato").

A ninguno de los participantes se les explicó esta regla. Después de la clase, se les dio una lista de verbos y se les pidió que los pronunciaran de acuerdo a otra lista de palabras --en nuestro ejemplo, en lugar de comprar un helado o un gato, sería un libro y un ratón--. Los resultados arrojaron que los jóvenes de 12 años y los adultos acertaron en 90%, mientras que los niños de 8 años prácticamente respondieron al azar. Es decir, como adultos tenemos mayor facilidad para comprender las reglas implícitas en un lenguaje extraño.

Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo? La respuesta a esta duda podría ser un factor social. Al parecer, existe una tendencia más favorable a la corrección de errores en niños, ya que los adultos suelen no ser tan abiertos a la crítica. Así, el método educativo que se usa en la infancia garantiza mayor éxito, porque el adulto no recibe tanta retroalimentación de sus equivocaciones, además de ser más renuente a enmendarlas. De ser cierto lo que sostiene este estudio, la edad sería sólo un pretexto para no aprender un nuevo idioma. Así que, estimado lector, no pierda la esperanza: ¡aún está a tiempo de convertirse en el políglota que siempre quiso ser!

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