Formalmente, un videojuego es un dispositivo electrónico que permite, mediante mandos apropiados, simular juegos en las pantallas de un televisor o de un ordenador. Bueno, al menos eso encontramos en el diccionario de la RAE y, precisamente, lo del uso de una pantalla es uno de los factores que los expertos consideran clave a la hora de dictaminar si un sistema de entretenimiento es un videojuego o no. Parece que una pantalla o, en su defecto, un sistema de proyección, es un componente indispensable en un videojuego, entonces, ¿sería posible que una impresora formase parte de este sistema de visualización del videojuego? La respuesta a esta pregunta nos la da Joshua Noble y su equipo con el Receipt Racer.

La verdad es que me he parado a ver el vídeo varias veces porque ver el Receipt Racer en funcionamiento es, sencillamente, una delicia. El Receipt Racer se presentó en el ámbito del OFFF, celebrado en Barcelona durante el pasado mes de junio, en un taller que buscaba nuevas ideas y proyectos que diesen una vuelta de tuerca conceptual a la fusión entre la tecnología, el arte y el diseño multimedia.

Este proyecto es fruto del trabajo de un grupo de expertos en el diseño de interfaces hombre-máquina que optó por la combinación de múltiples sistemas para implementar un simulador de coches en el que el escenario es generado por una impresora, el jugador mueve el coche mediante un mando de PlayStation y el vehículo en movimiento se representa mediante una proyección sobre el papel impreso del escenario.

¿Una impresora? ¿El escenario del juego en un papel? Pues sí, según comenta uno de los creadores, Joshua Noble, una impresora térmica es un dispositivo cada vez más habitual que puede trabajar con rollos de papel continuo que tampoco son excesivamente caros. Al ser una impresora térmica, ésta va "tostando" el papel y, por tanto, no se utiliza tinta alguna, por lo que el coste de la partida es muy bajo y mucho más ecológico. La función de la impresora está clara, es la encargada de mostrar el escenario del juego y, dado que lo que hace es imprimir, su función es la de proveer de la parte estática al juego y, por tanto, no puede ser el único componente del juego.

El dispositivo de entrada al juego, es decir, el que introduce los estímulos del jugador no es otro que un mando de PlayStation que, dado que el protocolo de funcionamiento es muy bien conocido, ofrece un control muy natural. Este mando está conectado a un ordenador en el que se ejecuta un software que se programó durante el taller de demostración y que, básicamente, controla la lógica del juego en el que se va dibujando una carretera con variaciones aleatorias y en el que el jugador debe conducir el coche sorteando obstáculos.

Programar el juego, básicamente, a la vez que se éste se presenta en el taller es, sencillamente, todo un alarde tecnológico que sumado a la idea de sumar estos componentes tan dispares para crear un juego, hacen que el conjunto obtenido sea impresionante. Creo que con esta creación, quizás la definición de videojuego se haya quedado algo encorsetada y vaya siendo hora de ampliar sus horizontes.

Por cierto, en la página de los creadores existe una demo jugable con el que probar la dificultad a la que llega este simulador que, por ahora, ha sido capaz de ganar a sus creadores, los cuales no han sido capaces de agotar el rollo de papel de la impresora antes de ser eliminados.

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