Meteorito Hodges

Las piedras no pueden caer del Cielo, porque en el Cielo no hay piedras

Esta frase, atribuida al naturista francés Georges Cuvier (1769-1832), resume la postura de la Academia de Ciencias francesa que a principios del Siglo XIX catalogaba a los meteoritos como mera fantasía y negaba su existencia. Afortunadamente, las evidencias científicas nos han demostrado la caída de meteoritos a nuestro planeta, es decir, la caída de cuerpos menores del Sistema Solar que no se han llegado a desintegrar por completo durante la entrada a nuestra atmósfera y han terminado cayendo sobre la superficie del planeta como rocas incandescentes. Tal día como hoy pero hace 57 años, es decir, el 30 de noviembre de 1954, cayó meteorito a la Tierra que está catalogado como el primer meteorito documentado que, al caer, golpeó a un ser humano. Hoy vamos a recordar la historia del Meteorito Sylacauga.

Aunque es posible que otros meteoritos hubiesen caído con anterioridad en zonas pobladas, el Meteorito Sylacauga es el primer caso documentado que existe, si bien también se le conoce como Meteorito Hodges aunque ese nombre es el de uno de los fragmentos del objeto.

Corría 1954 cuando Ann Elizabeth Hodges (1923-1972) dormía plácidamente en el sofá de su casa a las 14:46 horas del 30 de noviembre de 1954 en su casa de Oak Grove (Alabama) cuando un meteorito cruzaba el cielo sobre el pueblo de Sylacauga, también en Alabama. De repente, un fragmento del meteorito se desprendió y cayó sobre el tejado de la casa de madera de Ann atravesando todos los pisos de la casa hasta impactar en un mueble de madera bastante dura, rebotar en él e impactar sobre una radio que había en el salón de la casa volviendo a rebotar e impactando sobre el costado derecho de Ann, hiriéndola gravemente. Además del susto y un tiempo de convalecencia por el impacto, Ann logró sobrevivir pero el incidente le causó secuelas psicológicas que la marcarían durante el resto de su vida.

El incidente captó la atención de medio mundo y la Fuerza Aérea de Estados Unidos envió un helicóptero a la zona para hacerse con el fragmento del meteorito que cayó sobre la casa de los Hodges, además de buscar el resto de fragmentos. Los militares se llevaron la roca pero el marido de Ann, Eugene Hodges, contrató un abogado para demandar al gobierno de Estados Unidos y reclamar la propiedad del meteorito. Además, dado que los Hodges vivían en una casa de alquiler, el propietario de la vivienda, Bertie Guy, también reclamó la propiedad de la roca como compensación por los daños ocasionados por la caída.

Tanta era la expectación que se llegaron a manejar cifras cercanas a los 5.000 dólares de la época de gente que estaba dispuesta a pagarlos por hacerse con la roca, en el caso que los Hodges o Guy la recuperasen. Tras un año de litigios, la roca fue devuelta a los Hodges pero la atención mediática del suceso había desaparecido y no lograron encontrar un comprador para la roca, así que, debido al agotamiento mental y al estrés sufrido, Ann decidió (en contra de la opinión de su marido) donar el fragmento del meteorito al Museo de Historia Natural de Alabama.

El meteorito de Sylacauga, durante su entrada, generó una estela que fue visible en toda la región, de hecho, en un primer momento se pensó que era la estela de un avión que estaba a punto de estrellarse, aunque el impacto en la casa de los Hodges demostró que era otra cosa bien distinta. El meteorito se cree que se dividió en tres fragmentos, aunque únicamente se encontraron dos:

El fragmento Hodges de 3,86 Kg de peso que fue el que atravesó la casa de Ann Hodges y la golpeó en el costado derecho y tiene el extraño honor de ser el primer objeto extraterrestre documentado que ha golpeado a un ser humano. El fragmento McKinney, con 1,68 Kg de peso, que fue encontrado al día siguiente del impacto. * Se cree que cayó un tercer fragmento en algún lugar en los alrededores de Childersburg, también en Alabama, a pocos kilómetros de la casa de los Hodges.

Una curiosa historia que sucedió hace ya 57 años.

Imágenes placas conmemorativas: Yeslan

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