El último martes en una de las inmersiones de prueba en el submarino Deepsea Challenger el director de cine conocido mundialmente por la saga Terminator, Titanic, Avatar y otros éxitos más, consiguió el récord de profundidad en inmersiones realizadas sin acompañantes. Claro que nos referimos al excéntrico James Cameron.

La expedición a bordo de Deepsea Challenger recorrió 8,2 kilómetros en sentido descendente en el océano cerca de las costas de Papúa Nueva Guinea, formó parte de un ejercicio para verificar el funcionamiento del submarino y del equipo.

El submarino tiene forma de cápsula con un diámetro interno de 43 pulgadas impidiendo la movilidad del tripulante, tiene cuatro cámaras HD emplazadas en su exterior. Tiene más de 180 equipos funcionando en simultáneo en cada descenso, sin embargo, en la profundidad no se produce comunicación con el exterior. A pesar de tanto equipo tecnológico, hubo dos imprevistos en el recorrido del récord, primero se rompió uno de los 12 propulsores y luego una de las baterías falló sin el aviso correspondiente, ninguno de estos problemas impidió conseguir lo que buscaban.

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Antes que algún distraido se asuste, debemos aclarar que la imagen que abre el post no es algo que Cameron haya retratado en esta expedición, sino que se trata de una escena del film El Abismo estrenada en 1989. La película fue bien recibida por las críticas, particularmente creo que es brillante y está entre mis favoritas junto a Terminator 2. Sin embargo mi opinión no es el motivo de esta llamada a la película, en es título James Cameron comenzó seriamente su incursión en el buceo, la inmersión y las profundidades.

En ella, podíamos ver un equipo de buzos que baja en un futurista submarino a recobrar una bomba nuclear perdida en el fondo del mar. En su misión encuentran problemas entre la tripulación, con las profundidades, tienen tiempo para un poco de romance y son testigos de algunos sucesos sobrenaturales que no queremos spoilear.

Para la realización de la película construyeron un gran estanque que llegaba hasta casi 20 metros de profundidad, los trajes de los buzos eran reales y James Cameron junto a gran parte de la tripulación pasaba horas en el agua cada día. La superficie del estanque fue cubierta totalmente, haciendo que toda la pileta deba ser iluminada artificialmente esto debido a la necesidad de recrear la oscuridad del fondo del océano.

Por lo que relatan los actores en el documental Back into the Abyss el esfuerzo físico y mental de realizar esa película no tiene comparación y no lo repetirían bajo ningún concepto, y de todo el equipo el que tuvo la parte más difícil fue Cameron. Durante el transcurso de la filmación el director pasaba más horas que cualquier otro debajo del agua, incluso en algún momento peligró su vida por una falta de oxígeno y falla en los procedimientos de seguridad. Todos los días tenía que pasar largos ratos esperando en su ascenso para compensar por su prolongada inmersión, momentos en los cuales aprovechaba para ver en una pantalla acuática el material filmado ese día. Aunque el proceso fuera duro, marcó dramáticamente la vida del canadiense.

En los años posteriores desarrolló la super taquillera y multipremiada Titanic. En ella, a pesar de haber realizado gran parte del barco por CGI y en una maqueta a escala, pudo volver a su amor por el buceo. Comenzó a involucrarse más en cuestiones de robótica en el agua perfeccionando sus conocimientos sobre filmación y expediciones subacuáticas.

Producto de sus nuevos conocimientos estrenó en 2003 el documental Ghosts of the Abyss donde comandó una nueva visita al Titanic en su lugar de reposo y en 2005 salió con Aliens of the Deep otro documental que explora las profundidades oceánicas, pero en este caso para observar las fantásticas criaturas marinas.

Parte de su observación de la vida acuática se transforma en el trazo fundacional para lo que sería el arte del planeta Pandora imaginado para la película Avatar, el último éxito del Cameron. Además, algunas declaraciones de su director y escritor nos dicen que al menos una de las secuelas será bajo el agua.

En 2010, cuando el atlántico sufría el derrame de petróleo del incidente Deepwater Horizon, el director ofreció sus conocimientos sobre filmación en submarinos para que la empresa British Petroleum pudiera conocer con mayor precisión los detalles de la filtración, para sus películas había llegado a trabajar a profundidades dos veces mayores que el lugar del incidente. Aunque no fueran aceptados, esto demuestra la devoción de James Cameron por esta actividad tan lejana al cine.

Haciendo una película todos han leído el guión y saben lo que va a ocurrir a continuación. Cuando estás en una expedición la naturaleza no ha leído el guión, el océano tampoco, nadie sabe qué es lo que va a ocurrir.

Como dijimos anteriormente, la excursión que le valió el record a este intrépido cineasta fue tan sólo una de las pruebas del Deepsea Challente. En los próximos días James Cameron intentará su objetivo más importante, volver a Mariana Trench donde ningún humano ha estado desde hace más de 50 años.

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