The River se estrenó el pasado  7 de febrero en la ABC y ocho semanas después su primera temporada terminó. El terror televisivo parece estar de moda y debemos dar las gracias a American Horror Story por ello pero donde la casa gótica llena de fantasmas triunfó, The River ha fracasado estrepitosamente. El piloto congregó a poco más de ocho millones de telespectadores, los siguientes capítulos fueron perdiendo audiencia a pasos agigantados, tanto es así que Row, Row, Row Your Boat, el final de temporada, apenas rozó los cuatro millones. Estos desastrosos datos auguran un futuro muy negro para la serie. No creo que la ABC renueve un producto con unas cifras tan pobres ( 1,5 en demográficos) y por eso los productores de The River están en conversaciones con Netflix.

Hacer terror televisivo no es sencillo, hay que saber mantener al espectador en tensión, darle la carnaza suficiente como para que quede satisfecho y a la vez mantener el misterio en un nivel alto para que la gente no se aburra. Es como hacer malabares con sierras eléctricas y aunque The River tenía muchos puntos interesantes a su favor, no ha conseguido enganchar a la audiencia.

A partir de aquí cuidado con los spoilers

La evolución

Durante los ocho capítulos hemos visto a los personajes (Tess, Lincoln, Lena, Jahel...) enfrentarse cada semana a un monstruo/amenaza diferente. Gracias a este esqueman han podido usar casi todos los tópicos del terror: fantasmas, espíritus, maldiciones, zombies, posesiones demoníacas... algo que yo, como fan del género, agradezco y encuentro original y arriesgado.

El punto de partida de la historia, la búsqueda del aventurero perdido en el Amazonas por parte de su familia y de un programa de televisión, era interesante y parecía que podía desarrollar una buena historia de supervivencia y personajes al límite. Todo eso se echó por la borda cuando optaron por la magia como arma narrativa. A mi no me parece mal este elemento pero que todos actúen con pasmosa naturalidad ante lo que les sucede me ponía un poco de los nervios porque se nota que no trabajaron los personajes y que no sabían por donde llevarlos ni como hacerlos interactuar. The River tenía elementos muy interesantes que se diluyeron, los fallos de la serie eran demasiado graves como para obviarlos; me reitero en el cero carisma de los personajes y sus increíbles reacciones ante la magia de la Boíuna. La cargante Jahel, la nula presencia de Emilio, el TSNR (Tensión Sexual No Resuelta) entre Lincoln y Lena … todo era un despropósito.

Los personajes poco a poco se fueron acercando a Emmet Cole, cada curva del río, cada sendero del camino, cada cinta revisada, cada monstruo enfrentado los iba llevando, un poco a trompicones, hacia ese Emmet que se mantuvo con vida en estado larvario.Un enorme WTF por ese momento. No obstante el último capítulo nos dejó una posesión demoníaca en toda regla con Emmet a bordo del Magus, Lincoln muerto y el espíritu de la mismísima Boíuna ocupando su cuerpo y la certeza final de que nunca podrán abandonar el lugar. Ese final deja muchas cuestiones sin cerrar ¿Qué es la Fuente? ¿qué significa la marca de Lena? ¿aquellos indígenas eran ángeles? ¿qué fue del perro? ¿Cuál era la misión de Kurt y por qué tenía que matar a Emmet?. Preguntas que quedan en el aire y que se podrían responder en una segunda temporada (poco probable) o en una película para televisión que contase el final de estos aventureros del Amazonas.

El found footage ¿Si o no?

Usar el falso documental como estilo puede no haber sido la mejor idea, tal vez, si hubiesen optado por este recurso para contar lo que le sucedió al personaje de Emmet mientras que la historia del barco se mostraba a la manera tradicional la gente no hubiese tenido tantos reparos con The River. Entiendo que el estilo funciona muy bien y es agradecido para este tipo de tramas tan efectistas, pero el espectador medio, acostumbrado a un tipo de televisión más accesible, prefiere cambiar de cadena a tener que ver escenas frenéticas, desenfocadas, con ángulos extraños y mala iluminación.

Resumiendo

Y aún así, a pesar de los descalabros, de las promesas incumplidas, de los sustos de manual y de una trama inverosímil, yo he disfrutado con cada capítulo de The River y la he visto con ganas hasta el final. No será renovada y no sé si Netflix la salvará pero estos ocho capítulos quedarán en el recuerdo de los amantes del terror como un intento, fallido, de trasladar una corriente que arrasa en los cines a la televisión.

El mayor problema que le veo a The River es que la vendieron como una serie de aventuras y resultó ser un pastiche mágico sin pies ni cabeza, divertido, diferente pero totalmente alocado y sin ningún tipo de control. Yo le encontré, después de todo, cierto encanto; además su brevedad invita a verla, por mera curiosidad seriéfila. Eso si, hay que librarse de los prejuicios antes de decidirse por The River, ni el found footage, ni los personajes ni las tramas invitan a quedarse sentado en el sofá, pero si la vemos como un homenaje al terror puede resultar entrañable.

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