Un estudio ha demostrado que resolver problemas pensando en una lengua extranjera reduce los prejuicios o sesgos cognitivos.

En economía, el cerebro no es lógico, es psicológico

En general nuestro pensamiento es lógico solo a medias. Manifestamos una gigantesca cantidad de prejuicios cognitivos a la hora de tomar decisiones. Estos han sido estudiados y sometidos a experimentación y vienen a concluir que dependiendo de nuestro estado y la forma de presentar la información, descartamos la solución más lógica con frecuencia y nos inclinamos por decisiones sesgadas.

Estos sesgos son tan importantes que sus estudios han merecido la concesión de dos Premio Nobel. Maurice Allais, Premio Nobel de Economía de 1988 estableció lo que se llamaría la paradoja de Allais. Más tarde, Daniel Kahneman (Premio Nobel de Economía en el 2002) y Amos Tversky postularon la teoría de las perspectivas.

Ambos muestran la falta de coherencia entre las decisiones que toman los sujetos con la utilidad esperada. Esto introduce fundadas sospechas sobre la cientificidad de las decisiones en economía.

Algunos prejuicios comunes

El más conocido es la lotería o las quinielas. En juegos de azar donde existe la banca, con un número de jugadas suficiente, siempre gana la banca. La esperanza matemática es que de cada 100 euros que jugamos perdemos 30 que se lleva la banca o la hacienda pública. Pero millones de personas en el mundo participan en estos juegos.

Según la teoría de la perspectiva, no actuamos en abstracto, objetivamente, de forma absoluta, sino que lo hacemos en un marco de referencia. Comparamos con nuestro punto de partida. Así, arriesgamos para no perder, pero cuando se trata de ganar, optamos por lo seguro.

El efecto de la dotación dice que valoramos más lo que poseemos que aquello de igual valor que no poseemos.

La aversión a las pérdidas hace que sea mayor la insatisfacción por perder 100 euros que la satisfacción por ganarlos.

Veamos el siguiente ejemplo. 600 personas pueden verse afectadas por una enfermedad.

La opción A salva la vida a 200 personas. La opción B tiene una probabilidad del 33% de salvar la vida a las 600 personas y un 66% de que todos mueran.

La probabilidad es la misma en ambas opciones, pero la mayoría de los sujetos elige la A.

El mismo dilema expuesto de otra forma.

La opción C lleva a la muerte a 400 personas. La opción D tiene una probabilidad del 33% de que no muera nadie y el 66% de que mueran 600.

En este caso, la mayoría elige la opción D (equivalente a la B) frente a la C (igual que la A)

La lengua extranjera

Podría parecer que pensar en una lengua extranjera introduce aún más caos, incertidumbre y sesgo cognitivo.

Sin embargo el nuevo estudio afirma lo contrario. La manipulación en la forma de presentar la información en la lengua nativa se confirma como en todos los experimentos anteriores. Pero cuando la manipulación se presenta en una lengua extranjera, los sujetos no se ven tan influenciados por la manipulación.

Proponemos que este efecto ocurre porque una lengua extranjera proporciona una mayor distancia cognitiva y emocional que la lengua nativa.

Más vale pájaro en mano que ciento volando. Mejor malo conocido que bueno por conocer. ¿Seguro?

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