Un conjunto de investigadores de la Universidad de San Diego han tenido éxito con la utilización de algas para producir una vacuna que podría prevenir la transmisión del parásito que causa la malaria. Un hallazgo que podría allanar el camino para el desarrollo económico de un método que proteja a millones de personas en el mundo.

La malaria es una enfermedad transmitida por el mosquito causada por la infección de parásitos del género Plasmodium. Actualmente afecta a más de 225 millones de personas en todo el mundo en las regiones tropicales y subtropicales. La enfermedad da lugar a fiebre, dolores de cabeza y estados de coma y muerte en los casos más graves.

Su dificultad radica en que, si bien existen una variedad de medicamentos contra la enfermedad muy costosos para aquellos que viajen a estas regiones, en la actualidad no hay vacunas que ofrezcan un nivel alto de protección.

Por ello los investigadores han buscado una solución en el uso de algas que produzcan proteínas que creen anticuerpos contra el Plasmodium y eviten la transmisión. Ellos mismos cuentan que la dificultad para crear una vacuna contra la malaria es que requiere de un sistema de producción complejo, con proteínas que se asemejen a las realizadas por el parásito. La mayoría requieren de un proceso muy caro que utiliza cultivos de células de mamíferos.

Según Stephen Mayfield, científico que encabezó la investigación:

La malaria es causada por un parásito que produce proteínas complejas, pero por alguna razón este parásito no pone azúcar en esas proteínas. Si tenemos una proteína cubierta de azúcar y se realiza la inyección en alguien como una vacuna, la tendencia es a producir anticuerpos contra los azúcares, no contra la columna vertebral de los aminoácidos de la proteína del organismo invasor que desea inhibir. Los investigadores han hecho las vacunas sin estos azúcares en las bacterias y luego han tratado de replegarse en una configuración correcta tridimensional, pero eso es una propuesta costosa y no funciona muy bien.

Así que los investigadores buscaron en la producción de proteínas con la ayuda de un alga verde comestible, la Chlamydomonas reinhardtii, utilizada ampliamente en los laboratorios de investigación como un organismo genético. De hecho este método llevó a los biólogos hace dos años a la publicación de un estudio que concluía que las Chlamydomonas podían producir anticuerpos monoclonales y hormonas de crecimiento.

Del estudio anterior partió esta nueva idea, la de producir un complejo de proteínas que protegieran contra el parásito de la malaria a través de la Chlamydomonas. La razón: el bajo coste que tendría producir la proteína que inhibe las infecciones.

Es demasiado costoso vacunar a millones de personas utilizando las tecnologías actuales. Siendo realistas, la única manera de vacunar contra la malaria es que se puedan producir a una fracción del costo de las vacunas actuales. Las algas tienen este potencial, ya que pueden crecer en cualquier lugar del planeta, en los estanques o incluso en una bañera.

Los primeros tests desarrollando la vacuna contra la malaria han demostrado que las proteínas producidas por algas, cuando se inyectan en ratones de laboratorio, producen que los anticuerpos bloqueen la transmisión de malaria.

Este trabajo nos dice dos cosas: las proteínas que se hacen aquí son candidatas viables a vacuna, y que por lo menos ahora tenemos la oportunidad de producir suficiente cantidad de esta vacuna y podemos pensar en la inoculación de millones de personas. En ningún otro sistema podríamos empezar siquiera a pensar en eso.

Los científicos anuncian que a partir de aquí comenzarán los primeros ensayos en humanos con el fin de saber si actúan por igual.

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