A través de la etiqueta #AztecavsEPN, circula una convocatoria para protestar contra el candidato Enrique Peña Nieto (PRI) durante el partido México - Guyana, a celebrarse el próximo 8 de junio a las 20:00 horas en el estadio Azteca. La protesta pretende "ocupar" las gradas del inmueble a través de gritos contra el aspirante a la Presidencia de México. Entre las actividades sugeridas están diferentes lemas en contra del abanderado del PRI, como gritar "¡Fuera Peña!" al término del Himno Nacional o "¡El que no brinque es Peña!" cuando el equipo mexicano toque el balón.

Aunque sé que a mucha gente no le gusta que el fútbol se tome como un escaparate político, me parece que este escenario inédito para las protestas contra Peña Nieto tiene sus peculiaridades. Decía el escritor Juan Villoro en su ensayo "Los once de la tribu", que el aficionado a este deporte es partícipe de un ritual simbólico en el que delega sus pasiones, frustraciones, deseos y anhelos (en este caso, también de lo político):

Si el equipo favorito gana, el seguidor sale más contento del estadio aunque no haya hecho otra cosa más que gritar. Y viceversa, el aficionado del equipo derrotado sale más frustrado, aunque no haya podido hacer nada por evitarlo, salvo gritar. Esta manera de sentir de manera delegada, de ser uno con la multitud, de encender antorchas, de gritar consignas de guerra o de corear cánticos, todo esto le da un sentido comunitario y ritual muy fuerte al fútbol.

El estadio Azteca tiene una capacidad para 104 mil aficionados y es el quinto complejo deportivo más grande del mundo. Por el horario y la posibilidad de una goleada del equipo mexicano, para el juego de México ante Guyana se espera una asistencia cuantiosa. En el simbólico, el grito de miles de personas en repudio al candidato puede tener un efecto con mucha resonancia. Pasar la protesta de las calles a un escenario con tanto peso en la esfera pública en México (después de todo, el fútbol es el deporte más popular y la selección es un equipo con muchos seguidores) es una decisión de pronóstico reservado.

A eso hay que sumarle que tanto Televisa como TV Azteca tienen los derechos de emisión del partido en directo. Los juegos de fútbol representan un imán de rating, por lo que la transmisión de un encuentro oficial de México es casi obligada. De algún modo, los cronistas deportivos tendrán que tocar el tema; o incluso, bastará con el sonido ambiente para transmitir la sensación. ¿Censurarán el audio original, evitarán hablar del público? Sin duda, la protesta también pone en predicamentos a ambas televisoras sobre cómo llevarán la cobertura de los acontecimientos.

No sé ustedes, pero yo este juego no me lo pierdo.

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