Los comicios federales en México han dado como puntero a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI. Aunque los resultados finales se darán a conocer en un par de días, es casi un hecho que el Instituto Federal Electoral validará las cifras. Independientemente, la jornada electoral del domingo ha dejado varios puntos para el análisis y la reflexión. Desde mi perspectiva, les comparto 10 puntos que los ciudadanos deberíamos considerar tras este ejercicio electoral:

1. Participación histórica

De acuerdo con las cifras del IFE, ayer salimos casi 50 millones de mexicanos a ejercer nuestro derecho al voto. Según los datos, cerca de 62% del padrón electoral participó en la jornada electoral, lo cual significó una participación histórica. En ese sentido, todo el ruido alrededor a los comicios tuvo resultado: la apatía y el abstencionismo perdieron terreno ante la acción. En términos mínimos, la campaña de promoción del voto realizada por el IFE fue efectiva, del mismo modo en que los candidatos lograron sacar a buena parte de la población a las casillas. En algunos estados como Yucatán, se registró una participación que rozó el 75% de los empadronados.

2. La elección más vigilada

La irrupción del movimiento #YoSoy132 desató una onda expansiva en torno a la transparencia y la defensa del voto. El resultado fue evidente: las elecciones de 2012 fueron las más vigiladas en la historia de México. Entre representantes de partidos, observadores electorales, observadores independientes, observadores ciudadanos, periodistas y vecinos, la cantidad de ojos sobre los comicios fue sorprendente. El surgimiento de alternativas para denunciar irregularidades y delitos electorales permitió que se documentaran miles de casos, aunque en la práctica, una buena parte de los problemas no fueron registrados ni perseguidos por las fiscalías correspondientes.

3. Un IFE de dos caras

Ayer vimos dos facetas del IFE. La primera, la ciudadana, que involucró a los funcionarios de casilla. Aunque desorganizados (en muchos lugares, las casillas tardaron hasta dos horas en abrir), se debe reconocer el compromiso que tuvieron con la jornada. Muchos de ellos estuvieron al pie del cañón durante 12, 14 o más horas. El segundo IFE, el institucional, fue el que dejó dudas. La lenta captura inicial del datos del Programa de Resultados Preliminares (PREP), los errores de planeación con las casillas especiales y el hermetismo respecto a las irregularidades (algo que fue una constante durante las campañas) mancharon la imagen del organismo y cimbraron sembraron dudas serias sobre su efectividad.

4. Una jornada plagada de irregularidades

Es un insulto afirmar que fue una jornada limpia. No se puede llamar así a un proceso electoral que, desde las campañas, estuvo mancillado por los intereses de particulares. La elección fue irregular por tres motivos:

a) Los errores: algunos predecibles, como el retraso en las casillas. La equivocación forma parte de la naturaleza humana y un esfuerzo de esta magnitud no podía estar exento de fallos. Aunque comprensibles (y evitables a futuro), terminan por afectar también la elección. b) Los delitos: no comprendo cómo el IFE puede tildar como "incidentes menores" a situaciones como robo de casillas, incendio de urnas, compra y coacción del voto, e incluso asesinatos. Que hayan sido pocos (lo cual también es cuestionable, pues se tiene registro de miles en Contamos.org.mx), no los hace menos influyentes. c) Las omisiones: La falta de acción por parte de la fiscalía de delitos electorales, así como otras autoridades, provocaron que la desconfianza en el proceso aumentara entre la población.

5. El juego del hacking

Por si se necesitara más opacidad en la elección, la idea de un "hackeo" se mantuvo en el imaginario colectivo. La pregunta es: ¿qué entiende la gente como "hackear"? ¿Qué entienden los medios? Por ejemplo, ayer surgió una denuncia de hacking ataque contra el sitio Contamos.org.mx, el cual dejó de estar en línea durante la elección. En su momento, la acusación se hizo sin fundamento y sin pruebas, cuando existen otras causas técnicas (como exceder el ancho de bando por la demanda de usuarios) que podían explicar el fenómeno. Algo similar ocurrió con el anuncio del IFE sobre un intento de hacking al PREP en la madrugada del lunes. ¿Qué fue? ¿Un ataque de denegación de servicio? ¿Una intrusión? No se sabe. La idea de 'hacking' se convirtió en un comodín que, de uno y otro lado, se usó para crear FUD.

Aclaración: En los comentarios, Omar Armas, quien forma parte de Contamos.org.mx, responde que el sitio "no fue hackeado, pero si atacado y es comprobable". La cuenta de Twitter (@contamosmx) también señaló que se trató de "ataque coordinado desde miles de IPs." Empero, no se ha presentado ninguna prueba o dato que respalde la acción. Invito al equipo de dicho espacio a compartir los sustentos y definir la naturaleza del ataque para darle certidumbre a los lectores.

6. El margen de error de las encuestadoras

Durante toda la campaña, las encuestas mantuvieron a Enrique Peña Nieto como puntero con diferencias de más de 10 puntos sobre sus oponentes. Al final de la jornada, dichos resultados quedaron desacreditados contra las cifras del PREP y del conteo rápido del IFE (por cierto, ambos son instrumentos diferentes de medición: el PREP registra las actas; el conteo rápido, una muestra de 7500 casillas). Los resultados dieron ganador a Peña Nieto por un margen de seis puntos sobre López Obrador. ¿De dónde salió la abrumadora diferencia que marcaban las encuestas? Esta elección significa un duro golpe de credibilidad para prácticamente todos los despachos de medición de opinión pública.

7. La TV puede fabricar presidentes. Las redes sociales aún no

La frase es de Octavio Islas, académico del ITESM. Resume perfectamente una verdad: el principal vehículo de información del mexicano es la televisión, desde donde se manejó la imagen de Enrique Peña Nieto. Se reflejó en las votaciones. Las redes sociales, pese a su papel crucial para la organización ciudadana y el flujo rápido de noticias, aún no es una plataforma sobre la cual se pueda cimentar una candidatura. Mientras que Internet representa un bastión en comicios en países como Estados Unidos, la baja penetración de la red en México evidenció la brecha de percepción entre quienes tienen acceso a la web y quienes no.

8. La candidatura a prueba de balas

¿Cómo pudo un candidato como Peña Nieto sobrevivir al asedio público, a las revelaciones de corrupción, a los reportajes de medios internacionales? Como mencioné, por un lado, la televisión omitió o tergiversó los sucesos negativos en torno al príista (por ejemplo, cuando minimizó la irrupción del movimiento #YoSoy132 o al exigirle una disculpa pública a The Guardian). Por el otro, la misma dinámica de ataques entre candidatos llevó a una suma cero, al fanatismo y a la polarización de los votantes. En el río revuelto, Peña pudo capitalizar su protección mediática para salir vencedor.

9. La sombra del fraude

No recuerdo un comicio federal en México que no haya sido cuestionado. Los elementos enumerados arriba muestran una coyuntura que fomenta la suspicacia: la baja credibilidad en el IFE, la mala respuesta ante delitos electorales, los reportes ciudadanos, la inequidad mediática, por nombrar algunos. La desconfianza evidencia tanto la debilidad institucional como el hartazgo público. La pregunta es: ¿qué sucederá con ese descontento? Hace seis años, se capitalizó en el plantón en Reforma. Por ahora, tanto López Obrador como una buena parte de la ciudadanía ha elegido esperar a que se entreguen los resultados finales el miércoles para decidir cuál será su siguiente acción.

10. Los retos de la representación

Si nada extraordinario ocurre, se ratificará en unos días el triunfo de Peña Nieto en la elección. Lo preocupante, sin embargo, es que la gente votó también a favor del PRI para la Cámara de Diputados y el Senado, asegurándole al presidente la mayoría parlamentaria una cantidad considerable de escaños. Así, los partidos de oposición tendrán una difícil tarea en términos de representatividad. Empero, la elección deja una lección importante. Si el entusiasmo inicial de la sociedad sobrevive y logra trascender la filiación partidista, mecanismos como la vigilancia ciudadana descentralizada o la manifestación pacífica son alicientes para creer en la consolidación de una oposición nacida desde la sociedad civil. Así, sin necesidad de sumarse a corrientes partidistas y con organizaciones horizontales, una nueva estructura de contrapeso ciudadano parece erigirse de entre los escombros. Claro, si la fiebre de participación no se disipa y se convierte en parte de la entropía del sistema político mexicano.

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