Tengo que decir, y no me gusta tener que hacerlo, que el episodio de esta semana ha sido decepcionante. La historia tenía algún punto de interés, pero tal y como la han contado, resultó predecible y manido. Creo que Fringe no debería permitirse otro capítulo como The Recordist porque que solo quedan diez para el final e historias como estas lastran la trama principal. Como fan de Stargate, y de todo su universo, disfruté viendo a Paul McGillion  como actor invitado pero eso no fue suficiente para amenizar el episodio.

La gymkhana de los videos

Walter dejó varias cintas de video preparadas con toda la información necesaria para llevar a cabo el plan contra los Observadores. Astrid recupera una de esas cintas del ámbar pero no es la número 1, es la número 3, y es que nuestro científico predilecto las “desordenó”. No sé si fue algo deliberado o un accidente, el hecho es que por ahora nada se sabe de las dos primeras cintas.

La cinta lleva al equipo hasta la Pensilvania rural, no saben lo que buscan ni que encontrarán al llegar pero si saben que la única esperanza de la humanidad es recuperar todas la cintas que Walter dejó atrás. Mientras Astrid se queda en el laboratorio intentando recuperar toda la información posible, los demás llegan a una carretera en medio de ninguna parte.

Al poco son retenidos por un grupo de personas con una extraña enfermedad cutánea. El líder de dicha comunidad, Edwin (Paul McGillion), reconoce a Walter, Peter y Olivia nada más verlos. El grupo de Edwin se dedica a recopilar la historia de la humanidad desde el día de la invasión, y por eso reconocen a los miembros de la división Fringe. Por desgracia el lugar que escogieron para asentarse, trabajar y almacenar los datos les provoca la enfermedad.

Lo que buscan está en las profundidades de una vieja mina abandonada, Astrid, tras limpiar la cinta, les explica que deben encontrar un tipo de cuarzo en ese lugar. El problema es que la mina acelara la enfermedad, las costras se extienden taponando todos los poros y provocando la muerte por asfixia en cuestión de minutos. Walter lo descubre tras examinar un cadáver hallado en la mina.

No será sencillo llegar hasta el mineral, y aunque Walter fabrica un traje protector, al final será el sacrificio de una persona lo que marque la diferencia. Una vez cumplida la misión, el equipo abandona el lugar a toda velocidad y es que los perros de presa de los Observadores les pisan los talones.

Ahora toca buscar la siguiente cinta, enfrentarse al siguiente reto. La gymkhana de las cintas ha comenzado y el enemigo nos sigue el rastro.

Ser un héroe

En la comunidad de historiadores vive River, el hijo de Edwin. El muchacho es un fan de la división Fringe, lo sabe todo sobre ellos; tanto es así que incluso dibuja cómics sobre ellos. River piensa que son héroes, ya que fueron de los pocos en enfrentarse a los Observadores.

Sin embargo descubrirá, de la manera más dura, que ser un héroe no es como en sus cómics. Los héroes tienen miedo, tienen dudas, tienen remordimientos y sufren. Los héroes tiene hijos y se preocupan por ellos. Uno no escoge ser un héroe, las circunstancias te llevan hacia ese lugar, te obligan a tomar decisiones que pueden marcar la diferencia, te impulsan a superar tus temores más profundos. Edwin es un héroe porque quiere a su hijo, porque se sacrifica para darle la oportunidad de un futuro mejor y porque antepone el bien de la mayoría al suyo propio.

El problema es que hemos visto este dilema planteado en multitud de series, de libros, de películas... es algo muy trillado, y por ello pierde efectividad. No sorprende ni emociona tanto como cabría esperar. Las actuaciones tampoco destacan lo suficiente como para hacer brillar el episodio. Así que nos queda una trama lineal demasiado básica para mi gusto, lo que molesta es saber que la serie es capaz de hacer las cosas mucho mejor.

Una segunda oportunidad

Una cosa que me empieza a molestar de esta temporada es el misterio que envuelve la desaparición de Etta. Olivia y Peter no hacen más que hablar del tema, hemos vistos varios flashbacks del aquel fatídico día y en The Recordist uno de la búsqueda de la pequeña; sin embargo nadie le ha preguntado directamente que fue lo que pasó.

Creo que es algo bastante sencillo pero lo guionistas nos muestran a Peter y Olivia dando vueltas alrededor de lo mismo durante varios episodios pero no hablan con Etta, no le preguntan por su desaparición ni por su vida durante los últimos 21 años. ¿No tienen curiosidad? Yo si.

Una de las cosas positivas del capítulo ha sido ver a Peter y Olivia hablando sobre los motivos que impulsaron su separación. Entiendo el razonamiento de Olivia, sus dudas y reservas pero comparto la visión del joven Bishop, hay que disfrutar de las segundas oportunidades. Ellos tienen la suerte de poder ser una familia de nuevo, lo único que Olivia tiene que hacer es abrirse a Etta y olvidar el pasado. No es tarea sencilla pero tienen que aprovechar el momento.

Olivia había dado por muerta a su hija, Peter nunca dejó de buscarla. Ahora están con ella y deben tender puentes para conectar con esa niña, ahora mujer, que nunca se olvidó de sus padres.

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