Microsoft ha puesto en marcha una dura campaña para criticar el servicio de correo electrónico. Y en cierto modo, esta batalla de Microsoft contra Gmail tiene sentido, pues hay ciertas prácticas invasivas que son muy criticables. Sin embargo, lo cierto es que tampoco se puede decir que la forma de actuar de los de Redmond, que buscan promocionar Outlook, sea un ejemplo de elegancia, sutileza y, lo que es más importante, veracidad.

Pero al César, lo que es del César: Gmail observa el contenido de los correos de sus usuarios para mostrar publicidad que les pueda resultar interesante. También es cierto que no es algo que oculten y que, supuestamente, lo hacen por los propios usuarios. En cualquier caso, Microsoft considera que deberían ser estos quienes decidiesen si quieren formar parte del programa.

Hasta aquí, todo correcto. El problema es la estrategia de Microsoft contra Gmail es, cuanto menos, poco honesta. Las preguntas hechas a quienes participaron en una encuesta sobre privacidad en el correo electrónico son capciosas y los vídeos que aparecen en la página de la campaña, Scroogled, también son criticables.

Pero vayamos por partes. Las preguntas son bastante obvias. Por ejemplo, "si descubrieses que tu proveedor de correo electrónico escanea el contenido de tus emails personales para dirigir publicidad en línea, ¿lo aprobarías firmemente, lo aprobarías, estarías en desacuerdo o firmemente en desacuerdo?". Las opciones mayoritarias son las que rechazan la idea (un 89% de los usuarios, y la mayoría se oponen firmemente), como es lógico.

Ahora bien, si es lógico que ésta sea la respuesta, ¿es un problema que Microsoft haga la pregunta? Al fin y al cabo, es una práctica difícilmente defendible, así que preguntar directamente sobre ella, aunque no sea precisamente sutil, es más que lícito.

En el caso de los vídeos, tal vez la compañía vaya un paso más allá, pues busca un caso extremo. Efectivamente, si una familia tuviese que sacrificar a su mascota, no querría recibir publicidad de cupones de descuento para el veterinario. Pero posiblemente sea ponerse en lo peor. Y si hablamos de mostrar vídeos en los que un directivo hace declaraciones desafortunadas (aparece Eric Schmidt hablando sobre los límites de la privacidad), en Redmond tienen las de perder.

YouTube video

Eso sí, la propuesta que sale de esta 'lucha' de Microsoft contra Gmail es muy interesante: Una petición en línea para que Google deje de monitorizar los correos. La idea es que deje de hacerlo por completo, pero también introduce una opción que tal vez sea más viable y que es la de que sean los propios usuarios quienes decidan si quieren participar en esto. Lo más común cuando se da la opción es que no cambie mucho la situación (los usuarios intensivos sí exploran en sus opciones de privacidad, pero los menos habituales o con menos conocimientos lo hacen menos a menudo), pero al menos la decisión la tomarían los interesados.

No obstante, a Microsoft se le olvida recordar que hay formas de no ver la publicidad de Google, como acceder al correo electrónico desde otros servicios, como la aplicación de correo de los dispositivos iOS.

Por otro lado, la campaña de Microsoft contra Gmail da a entender que el buscador lee los correos en el sentido literal de la palabra, incluso los más privados. Y, si bien es cierto que busca palabras clave, no se produce la invasión de privacidad que podría creer que tiene lugar alguien que viese estos anuncios. Estos, por cierto, se pueden encontrar en Internet y aparecerán en prensa impresa.

Y claro, también está el hecho de que Outlook tampoco es un ejemplo de respeto del usuario. De acuerdo, no 'lee' sus correos, pero sí le muestra publicidad en función de su edad, género o zona. Habría que ver si una encuesta similar en la que se preguntase a los usuarios si están de acuerdo con esto daría resultados positivos o si se acercaría más a las respuestas que obtuvo Microsoft.

Por lo tanto, ¿quién es el bueno en esta historia? Pues ninguno. O los dos, según se mire. En ambos casos, las prácticas reprochables son públicas (es decir, no engañan a nadie) y en ambos casos hay formas de evitar la publicidad (aunque para ello haya que pagar). A cambio, las dos compañías dan un servicio muy bueno a millones de personas. Dicho esto, dar a los usuarios la opción de elegir, sería la medida más beneficiosa para todos.

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