Según Joseph Beuys, un artista alemán que trabajó en diversas disciplinas (escultura, performance, el vídeo, etc) que "el arte es la acción, la vida", es decir, que la vida es un medio de expresión artística; una definición bastante interesante si tenemos en cuenta la evolución que ha sufrido el significado de la palabra "arte" desde su origen en la cultura grecorromana. Hoy en día, encontramos múltiples formas de expresión artística que sirven para llamar la atención del observador o, incluso, para transmitir un mensaje o una protesta. Proyectos como Stealth Wear nos han mostrado una forma distinta de ver el arte y, siguiendo esta senda "fuera de lo común", la artista Heather Dewey-Hagborg ha desarrollado el proyecto Stranger Visions en el que ha creado una serie de retratos con impresión 3D que recrean rostros de personas cuyo ADN ha recogido de objetos de la calle.

¿Recreaciones en 3D de rostros de desconocidos? ¿Cómo es posible obtener las facciones de alguien usando la información del ADN extraído de una colilla o un chicle mascado? La verdad es que contado así suena algo de lo más extraño y científicamente imposible, de hecho, si se pudiese recrear la cara de alguien a través de su ADN sería algo que ya habrían intentado sacarle partido desde CSI o desde Bones.

Dejando las bromas a un lado, Heather Dewey-Hagborg ha planteado en Stranger Visions algo bastante singular que, según comentaba la propia artista, se le ocurrió durante una sesión de terapia. ¿El motivo? Se fijó en un cuadro que había en la pared de la sala y en que éste tenía una fisura en el cristal en la que se había quedado enganchado un cabello; momento en el que comenzó a pensar en la persona de la que procedía el cabello y cómo sería.

A partir de ahí, comenzó a desarrollar la idea de la cantidad de ADN que vamos dejando en nuestro día a día por todos los lugares por los que pasamos y si podría ser posible reconstruir la cara de los portadores de este rastro biológico. Con este objetivo, la artista se puso a trabajar con un laboratorio llamado Genspace (un laboratorio para proyectos colaborativos) para ponerse al día sobre biología y el ADN. Analizando muestras tomadas de chicles mascados que encontró por la calle o colillas de cigarrillos, Dewey-Hagborg extrajo información que usó para modelar un software con el que "dar rostro" a estos portadores y generar modelos 3D de sus caras con la idea de enviarlos a una impresora 3D y reproducirlos.

Hay que reconocer que la idea parece sacada de la ciencia-ficción y, de hecho, el modelo 3D generado no se aproxima en nada a la realidad, aunque la artista comente que son "aproximaciones a rostros anónimos". De hecho, el ADN no nos puede dar información sobre la edad de una persona y, por eso, todas las recreaciones toman como base una persona con 25 años sobre las que se reconstruyen las facciones de la cara y donde algunos de los portadores del ADN utilizado no son capaces de reconocerse.

Un trabajo artístico bastante extraño que, hasta el mes de julio, se podrá visitar en la ciudad de Nueva York.

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