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Una de las polémicas más habituales en la relación entre la propiedad industrial y la biotecnología está en la existencia de las patentes de genes humanos. De hecho, hace unas semanas os contamos cuáles eran los mitos y realidades de la protección de invenciones genéticas, respecto a un titular que decía que el 84% de los genes humanos estaban patentados.

En relación a las patentes de genes humanos, es complicado distinguir dónde empieza la realidad y dónde el mito, pero lo que es cierto es que han originado grandes polémicas y encendidos debates entre investigadores, empresas y sociedad en general.

Como os comentábamos en aquel post, una de las problemáticas más importantes en torno a las patentes de genes humanos tuvo lugar en el conocido como caso Myriad Genetics. Aunque los sistemas europeo y norteamericano (especialmente el primero) diferencia entre las patentes de ADN 'natural' y 'aislado de su entorno natural' (siendo las primeras no válidas en Europa), lo cierto es que por ahora, el ordenamiento jurídico permitía proteger los genes mediante este derecho de la propiedad industrial.

Algo que, en general, era bastante común, ya que existen compañías farmacéuticas que protegen secuencias genéticas que codifican para una determinada proteína de interés industrial que luego producen, por lo que aprovechan y patentan no solo la proteína en sí, sino también la 'receta' a partir de la cual está hecha (el propio ADN).

Sin embargo, la polémica estalló con las patentes obtenidas por la compañía Myriad Genetics, quien decidió proteger dos genes, BRCA1 y BRCA2, además de varias variaciones del mismo implicadas en el desarrollo del cáncer de mama y de ovario especialmente. No solo eso, sino que a partir de esas patentes, la empresa creó un test diagnóstico exclusivo, cuyo coste rondaba los 3.000 dólares.

Las tres patentes sobre BRCA1 (el gen mutado que presentaba Angelina Jolie y las dos patentes sobre BRCA2 levantaron una gran polémica entre las distintas oficinas de patentes y la comunidad científica, quien no entendía la exclusividad dada a Myriad Genetics sobre el ADN. Más que nada porque estas patentes estaban provocando que los test diagnósticos sobre cáncer de mama fueran exclusivos de Myriad, y que ninguna otra empresa pudiera hacerles la competencia.

Como informa ahora The Wall Street Journal, el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha dicho 'no' a las patentes de genes humanos. Clarence Thomas, miembro del mismo, se ha referido al ADN como un 'elemento natural', a pesar de que esté aislado de su entorno (el propio cuerpo humano), por lo que a partir de ahora, los genes, al menos en Estados Unidos, no podrían ser patentados.

Treinta años después de la concesión de las primeras patentes de genes, la sentencia del Tribunal Supremo da un giro bastante radical a la política y jurisprudencia sobre la protección de las invenciones biotecnológicas. Queda por ver si en Europa, donde la polémica social fue similar, aunque no se haya actuado con tanta fuerza jurídica, la sentencia norteamericana provoca un cambio en el sistema de patentes.

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