Parkinson

Sparky (Flickr)

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico, que termina incapacitando a las personas que sufren este síndrome, al alterar la función cognitiva, la expresión de las emociones y la autonomía individual.

Descrita por primera vez en 1817 por el médico británico James Parkinson, este mal, también conocido como "parálisis agitante", se caracteriza por la pérdida de células dopaminérgicas de la sustancia nigra. Las células nerviosas de esta región del cerebro se encargan de coordinar el envío de mensajes químicos a otras zonas del encéfalo encargadas de regular el movimiento o la coordinación.

Esta carencia de dopamina hizo que varios investigadores pensaran en la terapia celular como buena estrategia de tratamiento contra el Parkinson, como ya os contamos en ALT1040 hace un tiempo.

Nuestras defensas, buenos aliados para curar el Parkinson

Como explican en Technology Review, científicos de la University of Nebraska Medical Center, la University of North Carolina y la Lomonosov Moscow State University han publicado en PLOS One unos resultados muy interesantes que podrían validar una nueva alternativa terapéutica contra el Parkinson.El mecanismo terapéutico se basaba en la historia del caballo de Troya

Y es que a pesar de los esfuerzos científicos de los últimos años, aún no hemos logrado una cura eficaz contra el Parkinson. Por este motivo, el trabajo multidisciplinar de estos investigadores, realizado en modelos animales, podría abrir nuevas esperanzas en las comunidades de pacientes afectados y profesionales sanitarios.

La estrategia que han desarrollado se basa en usar células del sistema inmune de ratones, capaces de atravesar la barrera hematoencefálica de su cerebro. Una vez dentro del encéfalo, estas herramientas celulares son capaces de liberar moléculas protectoras, actuando como verdaderos caballos de Troya.

La función de estas moléculas se basa principalmente en evitar la muerte de neuronas, una etapa muy destacada en el desarrollo del Parkinson. De estas manera, las defensas del propio organismo de los ratones actúan llevando en su interior a polizones que acabarían con una de las claves del desarrollo del Parkinson.

La ingeniería genética es clave

El desarrollo de esta terapia, exitosa de momento solo en ratones, fue posible gracias a la extracción inicial de sangre de estos animales. De manera posterior, los investigadores aislaron las células del sistema inmune de estas muestras, y aplicaron técnicas de ingeniería genética para introducir los "polizones" en forma de moléculas protectoras en su interior.La enzima "polizón" frenaba el desarrollo de la enfermedad en ratones

En particular, los científicos usaron una enzima conocida como catalasa, que frenaría la muerte celular en el cerebro de los roedores, cuya secuencia genética sería introducida en las células conocidas como macrófagos.

Para comprobar la eficacia de este tratamiento, los investigadores suministraron sustancias oxidantes a los animales, puesto que querían de algún modo acelerar los efectos del Parkinson. Con sorpresa vieron cómo la acción de los caballos de Troya funcionaba, por lo que la combinación entre la terapia celular y la ingeniería genética puede ser considerada como exitosa.

Dados los buenos resultados, esta estrategia terapéutica presenta un interesante futuro por delante. Por un lado, se ha de probar que la combinación utilizada también previene el desarrollo del Parkinson en humanos. De confirmarse, podríamos estar ante una cura efectiva de esta enfermedad, aunque necesitaremos años para saberlo de manera segura.

Por otro lado, la idea de los investigadores norteamericanos y rusos también se podría aplicar a otras enfermedades neurodegenerativas, tales como el mal de Alzheimer o la enfermedad de Huntington. Se trata, sin duda alguna, de una gran noticia para la medicina, aunque los resultados han de tomarse con cautela por parte de los pacientes.

La terapia troyana se constituye entonces como una alternativa de tratamiento, frente a otras posibles vías, como la administración de precursores de la dopamina (citada al principio) o incluso el desarrollo de terapias génicas. En cualquier caso, resulta realmente positivo conocer cómo la medicina sigue avanzando en la búsqueda de innovadoras terapias.

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