Power Balance

Hace un par de años, solíamos ver a políticos, deportistas y presentadores de televisión lucir unas pulseras de silicona llamadas Power Balance que prometían grandes beneficios para nuestra salud gracias a los iones que generaban. Tras el marketing, finalmente, se escondía una gran estafa que, a pesar de todo, ha seguido activa y las pulseras siguen estando presentes en el mercado con incautos usuarios que las compran pensando en que los iones 'restaurarán' el equilibrio electromagnético de su cuerpo. Si alguien aún piensa que las pulseras de iones son beneficiosas, quizás, se pueda replantear las cosas tras conocer los hallazgos de Amal Graafstra, un hacker experto en RFID y dispositivos RF que ha llegado a la conclusión que estas pulseras están realizadas con materiales radioactivos.

Amal Graafstra es un personaje bastante curioso, un entusiasta de algo que él mismo llama "bio-hacking" y que consiste en el desarrollo de implantes y dispositivos para llevar en nuestro cuerpo (él mismo lleva en sus manos implantes RFID). Precisamente, dentro de su actividad, ha llegado a ejercer de consultor para una compañía que fabricaba pulseras de iones y ha visto, en primera persona, algunos de los falsos mitos sobre estas pulseras como, por ejemplo, que el color del plástico afecta a la concentración de iones de la pulsera.

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Curioseando sobre este tema, Graafstra vio en YouTube vídeos demostrativos de este tipo de pulseras Power Balance que mostraban su funcionamiento y lo certificaban mediante instrumentos de medida. De hecho, no es complicado entrar en YouTube y dar con algún vídeo que muestre una pulsera de iones y un medidor de campo que "certifica" que la pulsera, realmente, funciona y "genera" iones para el usuario.

Obviamente, una pulsera de silicona no puede generar un campo electromagnético así como así; para que un material genere un campo electromagnético es necesario algún tipo de excitación eléctrica o mecánica. En su opinión, la única explicación posible para el funcionamiento de la pulsera es que, en realidad, estuviese fabricada con materiales que emitiesen radiación ionizante.

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¿Las pulseras Power Balance son radioactivas? Sin ánimo de alimentar más el mito de las Power Balance, que en mi opinión son una gran estafa que debería ser retirada del mercado, creo que, como curiosidad, vale la pena echar un vistazo a las pruebas realizadas por Amal Graafstra y mirar este producto con otra perspectiva.

Sometiendo la pulsera a un medidor de radiación, Graafstra comprobó que la pulsera que tenía en sus manos estaba generando una radiación de 3,8 microsieverts por hora lo que implica que, anualmente, un usuario recibiría una radiación de 33,288 milisieverts. Según la regulación de Estados Unidos, ningún producto que se ponga al mercado puede superar el límite de 1 milisievert de radiación ionizante al año, así que en base a estas medidas, Graafstra afirma que las pulseras del tipo Power Balance, más que ayudar, perjudican al usuario que las utiliza (aunque, realmente, está exagerando en su afirmación).

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Más que una auditoría, Graafstra ha hecho un experimento muy simplista y las comprobaciones realizads por Graafstra hay que tomarlas con muchísima cautela porque es más una prueba que una auditoría seria y, además, los valores obtenidos no suponen un escándalo que implique alertar a las autoridades sanitarias.

Para empezar, se considera una intoxicación leve por radiación cuando alguien ha sido expuesto a una radiación de entre 0,5 y 1 sievert y, a partir de esa cantidad, sí que estaríamos hablando de una exposición grave con probabilidad de causar la muerte. Aún así, no se recomienda una exposición anual superior a 50 milisieverts al año y, obviamente, la pulsera que analizó Graafstra queda por debajo del umbral (así que, está dentro de los parámetros normales).

Como curiosidad, Graafstra, como proveedor de la empresa de pulseras, cuenta que contactó con la misma, les expuso el análisis realizado y parece que la empresa le escuchó y piensa revisar el producto.

De todas formas, hay que evitar ser alarmistas o sacar conclusiones precipitadas. Al cabo de un año, cualquier persona recibe, de manera natural, alrededor de 3 milisieverts de radiación, si nos realizan un TAC abdominal recibiremos 10 milisieverts de radiación y, por ejemplo, la tripulación de un avión recibe 20 veces más radiación natural, durante su vida, que una persona que permanece en tierra (según los datos del Consejo de Seguridad Nuclear de España).

Por tanto, si bien el dato que presenta Graafstra es curioso, hay que evitar el pánico y, sobre todo, no caer en el timo de los "productos milagro" que, por cierto, en el caso de Power Balance ya fueron sancionados por estafa.

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