Se llamaba Burán y su construcción ejemplificó la caída en desgracia de la URSS. El único transbordador soviético que llegó al espacio, competidor directo del programa de exploración estadounidense, quedó totalmente destruido hace más de diez años, cuando se derrumbó el techo de la suerte de sarcófago metálico en Kazajistán donde se encontraba.

La historia del transbordador Burán tiene ese aroma de imperio derribado. En las viejas hojas del libro de la Unión Soviética, no quedan más que restos de lo que pudo ser y no fue. El mejor ejemplo de esta desazón tecnológica lo encontramos en el cosmódromo de Baikonur.

En las llanuras de Kazajistán, este cosmódromo alberga piezas de museo históricas para la exploración espacial impulsada por la Unión Soviética. Allí hay también vehículos abandonados, chatarra y maleza, demasiada maleza. En este lugar perdido en medio de la nada, la historia de la exploración espacial se escribe con mayúsculas: desde allí también se lanzó Sputnik, además de servir como pistoletazo de salida del vuelo de Yuri Gagarin.

Baikonur también sirve como 'desguace' perfecto de los restos del programa Burán. Esta megainiciativa soviética de transbordadores comenzó a idearse en la década de los setenta, y vivió su apogeo tiempo antes de que la Unión Soviética desapareciera. Su historia es también la de un país que se dirigía hacia el abismo.

Burán

El programa del transbordador espacial llevó a Burán al espacio en 1988. El éxito de su lanzamiento no duraría mucho. El resto de vehículos fueron abandonados a su suerte, y a pesar de una planificación de hipotéticos lanzamientos bastante ambiciosa, finalmente la historia del programa Burán se terminaría en 1993, por la situación política de la antigua URSS.

Hoy los restos del programa Burán yacen sepultados en el cosmódromo que un día fue ejemplo de la necesidad del ser humano por explorar más allá de sus límites. Esta suerte de cementerio abandonado pertenece a Kazajistán, y allí reposa una de las misiones que quiso conocer un poco más el Universo.

El vehículo lanzado al espacio, llamado igual que el programa Burán, quedó destruido en 2002. Pero los restos que se guardan en ese sarcófago metálico son los del vehículo Burya, también perteneciente a la iniciativa de transbordadores espaciales soviéticos.

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