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Todavía estamos recuperándonos de toda esta crisis del ébola cuando a alguien se le ocurre pensar en la creciente epidemia de malaria, la alarma causada por la gripe A o el brote por E. coli de hace unos años. En seguida muchos se hacen la pregunta ¿qué está pasando? ¿De donde salen tantas epidemias ultimamente?

Bueno, es momento de agarrarse al sillón porque según un estudio de la Universidad de Brown, en Providence, muestra que desde 1980 el número de estallidos y epidemias no ha hecho más que incrementarse, al igual que el caso de enfermedades únicas, a lo largo del todo el globo. Pero tranquilos, tampoco hay razón para alarmarse y es que los hallazgos preliminares indican que aunque hay más epidemias, el impacto de estas afectan a poblaciones cada vez más limitadas, es decir, a menos personas.

  1. Más epidemias, en números
  2. Entendiendo las cifras
  3. Buscando a los culpables

Más epidemias, en números

El estudio a analizado en los últimos 33 años más de 12.000 epidemias, entre las que se cuentan diversos tipos de enterovirus, tuberculosis, cólera, gripe o hepatitis, entre muchas más. Aproximadamente cuarenta y cuatro millones de personas se han visto afectadas en todo el mundo durante todo este tiempo, una cifra abrumadora y que nos recuerda precisamente a las cifras de las diez pandemias más letales de la historia. 12.000 epidemias, en 219 países, con 44 millones de afectados desde 1980Entre todas estas epidemias encontramos 215 casos de enfermedades infecciosas y 219 países afectados.

Los investigadores señalan que entre 1980 y 1985 las epidemias reportadas fueron menos de mil. Pero entre 2005 y 2010 el número se incrementó hasta alcanzar casi los 3000. Las enfermedades únicas causantes de estas epidemias aumentaron de 140 a 160, lo que quiere decir que aumentó el número de patógenos contra los que no habíamos combatido previamente. Por descontado, explican, el estudio tiene en cuenta que la información y los medios de comunicación, así como las medidas de detección, funcionan mucho más rápido que hace unos 20 años, lo que no quita hierro al hecho de que se han incrementado de manera notable.

Entendiendo las cifras

Una vez que hemos visto que las epidemias han estado creciendo en número y tipo durante las últimas décadas, lo siguiente es entender qué quiere decir esto. La primera reacción podría ser echarnos las manos a la cabeza y comenzar a preocuparnos. Pero mejor no, en primer lugar por que no nos serviría de nada y en segundo por que tampoco tenemos verdaderas razones para preocuparnos. En primer lugar, tal y como muestra el estudio, aunque han aumentado el número de alarmas, también lo ha hecho nuestra capacidad de combatir contra ellas.

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Salmonella typhimurium invadiendo células humanas. Fuente: Rocky Mountain Laboratories.

Esto se traduce en menos infectados gracias a las medidas preventivas, lo que confina las epidemias a extensiones y números mucho más pequeños, aunque en sí sean más. Por desgracia el mayor número de epidemias, así como su virulencia, se da en bajas latitudes del globo y en lugares que suelen coincidir con un menor Desde el 2000, Salmonella y E. Coli encabezan la lista de epidemias a nivel globaldesarrollo socio-económico. La investigación ha permitido también definir qué enfermedades encabezan la lista de epidemias.

En el año 2000 las zoonosis, es decir las enfermedades transmitidas a través de animales, fueron especialmente llamativas. Desde Salmonella, que se encuentra la primera, pasando por E. coli, ambas más propias de intoxicación alimentaria, son seguidas por la gripe A, hepatitis A, athrax, el dengue, sigelosis, tuberculosis, chikingunya, y triquinosis. Sin embargo, las epidemias "top" de décadas anteriores, como la campylobacterosis, cryptosporidiosis o la hepatitis E han ido perdiendo fuerza durante los últimos años.

Buscando a los culpables

Pero volvamos a la pregunta: ¿qué está pasando? Aunque estemos fuera de peligro no deja de ser inquietante el apreciar semejante aumento de epidemias en los últimos años. Las razones tras este aumento son eminentemente dos, una de tipo evolutivo y la otra de tipo social. La segunda es bastante clara, y así lo ponen de manifiesto los investigadores. La mejor interconexión mundial permite que los patógenos viajen más libremente. Cuando el agente de una infección llega a una población que nunca se ha enfrentado a la enfermedad es relativamente sencillo que surja una epidemia.

Los medios actuales nos permiten contener rápidamente casi cualquier epidemiaPor suerte los medios actuales nos permiten contenerla muy eficazmente. Sin embargo, cuanto más fácil es viajar y tener contacto con otros seres humanos en el mundo, más sencillo es que surjan nuevas epidemias. Ahora, ¿y las enfermedades únicas? Estas suelen deberse a cepas o virus a los que nunca antes nos habíamos enfrentado. Un ejemplo curioso es el virus de Chlorella del que os hablábamos ayer, aunque no podemos considerarlo epidemia ya que faltan evidencias para decir que es causante de alguna enfermedad.

Pero sirve como ejemplo por que hasta hace poquísimo no sabíamos que este virus podía infectar a mamíferos. Esto ocurre con muchos otros patógenos con los que de pronto nos encontramos y nunca antes habíamos visto. Virus que mutan, bacterias que obtienen resistencias desconocidas. Aquí tenemos la cuestión primera, la evolutiva. El avance de nuestros antibióticos y otros agentes químicos de defensa provoca una aceleración en la evolución de las enfermedades contra las que queremos combatir. El miedo a las enfermedades panresitentes, es decir que lo resisten todo, ha sido ya puesto de manifiesto en varios círculos médicos y científicos. Este estudio tan solo señala una evidencia que deberíamos tener en cuenta y es que las enfermedades evolucionan como mínimo a la misma velocidad que lo hacen nuestras medicinas. Pero bueno, de nuevo, no hay de qué preocuparse ya que esta investigación solo ayuda a confirma un hecho que ya conocíamos.

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