Brad Pitt produce y protagoniza World War Z, una película dirigida por Marc Forster, responsable de filmes como Monster Ball, Finding Neverland o Quantum of Solace. Entre los encargados de la adaptación de la novela de Max Brooks nos encontramos con Damon Lindelof, uno de los guionistas estrella del panorama cinematográfico contemporáneo.Hay ocasiones en las que la sobredosis promocional de una película como World War Z puede llevar a una cierta decepción por parte del espectador. Por lo menos de aquellos que han seguido el proceso de una producción repleta de de incidentes debido tanto a los diferentes profesionales que han metido mano al guión de la película, entre los que se encuentra el inefable Damon Lindelof, las diferencias creativas entre director y productores y las probables exigencias del protagonista, Brad Pitt, también productor de la cinta, que ha llevado a distanciar la obra final de su origen literario. Lo que no quiere decir que nos encontremos ante una película ni siquiera mediocre, pero que sí da la impresión de que podría haber estado mucho mejor.

Sin haber leído la novela de Max Brooks, no tengo muchas dudas acerca de la decepción que se van a llevar los que sí lo hayan hecho. Da la impresión de que la necesidad de hacer de Pitt el gran y único protagonista de World War Z, les ha llevado a sacrificar la estructura episódica y narración de tono periodístico, en favor de un relato lineal, en primera persona y en el que sólo hay lugar para un único protagonista que se convierta en el gran salvador de la humanidad gracias a su privilegiada capacidad para detectar síntomas y reconocer constantes a la vez que trata de salvar su propia vida. Demasiado para Brad Pitt, ¿no les parece?

Raro se me hace que no se hayan preocupado por lanzar a estas alturas ningún videojuego asociado a esta Guerra Mundial Z (Paramount ya se ha hecho con los derechos para hacerlo), porque esa es la sensación que transmite la película. Más que un relato da la sensación de que asistimos, en tercera persona, a la partida en cuatro niveles de un videojuego protagonizado por Gerry Lane (Brad Pitt). Unos niveles cuya interconexión está cogida por hilos endebles que, si bien garantizan una credibilidad mínima, no consiguen proporcionar toda la verosimilitud requerida. Te los puedes creer, pero todo resulta demasiado ajustado.

Mireille Enos y Brad Pitt en la crítica de World War Z

Otro de los puntos débiles de World War Z es que, si bien cada uno de estos cuatro niveles tiene al menos una secuencia espectacular (en algunos casos dos o incluso tres), en lugar de incrementar el ritmo de la película para conseguir un final épico, sucede al revés. La mejor secuencia de la película, en lo que a impacto visual y transmisión emocional se refiere es sin duda la primera, la que pone en alerta al protagonista del salvaje carácter de la pandemia contra la que se enfrenta a la humanidad. Y cierto es que hay otras muy logradas, pero algunas de ellas más por la confusión que producen en su ejecución que por la claridad con la que han sido planificadas. Aunque ese último nivel es ciertamente el más interesante emocionalmente hablando, la conclusión hubiera merecido un final más en la línea del comienzo de la película.Zombies en CGI en la crítica de World war ZTampoco parecen cumplirse, al menos en toda su plenitud, las intenciones metafóricas que Marc Forster pretendía con la película. Si bien se pueden reconocer su actitud critica con respecto a la globalización y comunidades ya de por sí más restringidas, como las de Corea o Israel (esta última ya presente en la novela original y desde luego con una de las secuencias que más me gustan por el doble sentido que encierra la manera en la que se inicia el ataque de los zombies), no tanto en lo que respecta a la crisis económica que ha afectado a todo el mundo y que parecía detrás de esta pandemia, metafóricamente hablando. Lo que no impide que identifiquemos algunas actitudes de los zombies con situaciones cotidianas, sobre todo relacionadas con la forma de vida capitalista que arrastra a la gran masa a tener un comportamiento simultaneo, aunque esta es, precisamente, la crítica que abunda, sobre todo, en cualquier otra película previa de idéntica índole.

Daniella Kertesz, Pierfrancesco Favino y Brad Pitt en la crítica de World War Z

Por otro lado, es cierto que, en general, World War Z resulta una película bastante entretenida y trepidante en algunos momentos, que huye de algunos de los tópicos del cine de zombies para centrarse directamente en la investigación que pueda proporcionar una solución al problema. Brad Pitt está lo suficientemente convincente, aunque más divertidos resultan los múltiples cameos desperdigados a lo largo de toda la película que incluyen presencias como las de Matthew Fox, David Morse, James Badge Dale, Pierfrancesco Favino, Ruth Negga o Moritz Bleibreu. No tengo objeción alguna sobre ninguno de los aspectos técnicos de la película, lo cual quizás resulta relativamente negativo, o al menos parece un reflejo de la falta de personalidad de un producto cuyo principal objetivo es que todo gire en torno a Brad Pitt. Hasta tal punto es así que ni cuenta me di de la colaboración de Muse en la banda sonora. Y debo reconocer que la elección de hacerla en 3D no debe responder más que a necesidades comerciales, porque no veo ninguna ventaja de verla en modo estroboscopio, más bien al contrario, resultando demasiado confusas algunas de las secuencias de acción.

Conclusión

Brad Pitt da lo mejor de sí mismo en una película que no sólo protagoniza, sino que también produce. Da la impresión de que la lista de guionistas que han intervenido en la adaptación no han sabido zanjar los cabos sueltos que se exigían de ellos, pero seguro que algunos lo esperaban al estar Damon Lindelof entre ellos. Si Marc Forster no ha conseguido alcanzar todos los objetivos que se había marcado, al menos sí es capaz de dotar a la película de la inyección de adrenalina que requiere. Y sin llegar a ser, desde luego, la fabulosa película que nos habían vendido, World War Z no deja de ser una propuesta razonablemente entretenida, presentada con extraordinaria fuerza y dotada de la suficiente convicción para un título de esta índole.

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